María ha visto la mano de Dios en la enfermedad. Este es su testimonio:

“Al principio viví la enfermedad de mi esposo con angustia, tristeza e incertidumbre porque no veía salida. Hasta que un día decidí que no podía quedarme de brazos cruzados y tenía que hacer algo.

Intenté hablar con él para subirle la moral y darle todo el apoyo del mundo y me informé de buenos psiquiatras.
Un día, el psiquiatra me dijo que lo mejor era internarle en un psiquiátrico. A mi, eso me daba pánico porque él no quería internarse y yo tampoco quería verle sufrir.

Finalmente conseguí llevarle a una clínica de los Hermanos de San Juan de Dios, donde empezamos a ver una luz en el camino. Tuvimos un trato extraordinario y la suerte de encontrarnos con un hermano de San Juan de Dios que ha sido para nosotros una bendición de Dios.

El psiquiatra nos dijo que si yo apoyaba a mi esposo y él ponía todo de su parte, podría superar la depresión y nos pusimos manos a la obra. Yo iba todos los días a verle y empecé a hacer terapia con él, que me sirvió para superar todo lo negativo de la enfermedad que yo había vivido muy mal.
El cambio fue total. Mi esposo entró en una nueva etapa de superación y la situación familiar empezó a cambiar porque cuando en casa hay un enfermo, todos los miembros de ella están en función suya y la vida familiar se trastoca. Al superarse la enfermedad, nuestra casa se ha reorgnizado y también la relación con nuestros hijos, y todo se ve desde otro punto de vista.

La experiencia de la enfermedad me ha ayudado a mi crecimiento humano y espiritual. La fe para mi ha sido vital. Soy cristiana creyente y Jesús de Nazaret es importantísimo en mi vida porque he creído en Dios y en el hombre. Para mi, la fe han sido las personas que Dios ha puesto en mi camino, porque la fe tiene que ser vivida en los demás.

Las personas me han ayudado tanto que he visto la mano de Dios en ellas. Dios no manda la enfermedad, pero nos ayuda a sobrellevarla dándonos serenidad, fortaleza y esperanza, algo que yo he vivido gracias a la fe. Pido a la sociedad que vea la enfermedad mental como una enfermedad más y a los enfermos mentales como cualquier otra persona enferma. Pido a las autoridades correspondientes que creen más recursos para su curación.

Yo diría a todo el mundo que se nos quite el miedo a los psicólogos y a los psiquiatras y a internarnos cuando necesitemos, en un psiquiátrico, porque al fin y al cabo, es un hospital como los demás”.

En: Contacto Marista.
Diario La Prensa de Curicó (19 abril, 2015)