Más tarde, edifica la casa de El Hermitage en 1824. Él hizo de arquitecto, constructor y trabajador incansable.

El Hermano Lorenzo nos da el siguiente testimonio: “El Padre Champagnat era enemigo de los perezosos, era el primero en dar ejemplo de trabajo, se levantaba muy temprano. Después de celebrar la misa, no perdía nunca el tiempo, lo empleaba en el trabajo manual, en el que no se cansaba; y eso que se ponía a trabajar en lo más duro y peligroso que hubiera que hacer”.

Las escuelas que se fundaban tenían por condición importante en su contrato que se adjuntase a la escuela una huerta: “Se entregan hermanos a los ayuntamientos que los piden y que aseguren… una casa suficientemente amplia, una huerta y un patio de recreo para los alumnos”.

“Entre las cualidades que el Padre Champagnat exigía para ser admitido en el Instituto figuraba ésta: “Amor al trabajo y detestar la ociosidad, probar y examinar esta disposición entre los postulantes de la Congregación”.

 Marcelino intuyó en el trabajo manual un buen medio para fomentar el espíritu de familia, la sencillez y la igualdad entre todos. Este amor al trabajo se transmite a los Hermanos a través de la tradición. En la gran recopilación de normas de 1852 se exige a los educadores que:

a. Tengan cuidado sumo en huir de la pereza, como uno de los más peligrosos enemigos.
b. La valía religiosa e intelectual necesita ser sustentada y desarrollada por una ininterrumpida cultura personal.
c. El estudio es una obligación cuyo descuido redunda en perjuicio directo de los alumnos.
d. Sientan la satisfacción de echar una mano a las tareas caseras que se ofrecen frecuentemente en comunidad.

Algunas aplicaciones a nuestra acción pedagógica:

Es una pedagogía de constancia, esfuerzo, reiteración y repetición. Con frecuencia se hace dura, algo monótona, lenta para los mejor dotados, indispensable para los menos dispuestos, los pobres intelectualmente y con dificultades de aprendizaje.

La pedagogía del trabajo rechaza la facilidad excesiva, el darlo todo hecho. Pide preparación concienzuda de las clases, sujeción a un horario, puntualidad y exactitud en la ejecución. El ejemplo constante y minucioso del profesor que corrige, con respeto, atención y cuidado. Desarrollo de hábitos personales de estudio, planificación y entrega a la labor.

Espero estimados lectores, que el conocimiento de la pedagogía marista les ayuda a valorar la educación integral que el Instituto San Martín imparte.