Este nuevo reencuentro con la palabra divina, al que mensualmente invita el colegio , fue presidido por el Vicario Padre Cristian Avendaño. Dichos momentos permiten que la comunidad marista se una en torno a la figura del maestro Jesús para, fundamentalmente, “escuchar su voz y la de Dios” situándonos en la posición de estar dentro del “agujero de la roca”, tal como le ocurrió a Moisés (Éx 34,5); es decir, percibir la verdad revelada – o atisbar el rostro invisible de Dios – que nos interpela en el contacto estrecho con lo humano, con sus debilidades y sus fortalezas, sus miserias, sus bellezas y, al mismo tiempo, sus contradicciones.

Jesús experimentó la sublime atracción del Padre al dejar sentir su presencia a través de sus gestos y palabras que también él transmitió y compartió. Es posible que, con un poco de atención se ha dicho, ellas puedan ser nuestro propios “agujeros de roca” que nos lleven a establecer relaciones de proximidad auténticas, de profundo y fraterno intercambio y compartir los matices de oscuridades y preguntas que rondan en cada ser, como así también los tenues o fuertes rayos de la luz y de la revelación.

Desde esta perspectiva, desde este “agujero de la roca”, se podrá contemplar cualquier coyuntura de la existencia humana como un momento favorable que se traduce en una confianza absoluta de la cercanía de Dios en la vida del hombre que nos lleve a descubrir, allende los sombríos matices humanos, la fuerza iluminadora de su presencia.

Un encuentro eucarístico más, que tuvo en lo profundo de los corazones a la oración por la paz y el grato sabor de tener en nuestro interno sentir -en el interior de la roca- la luz depositada en nuestros niños, jóvenes, familias y comunidad educativa… más cercana, más fraterna.