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Escuela para Padres: Los Padres Puente
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
21 Marzo 2013
Leido 482 veces
Los niños se desarrollan identificándose con los modelos que lo sustentan. Por eso los padres deben ser estables, positivos, seguros.
Acompañados así podrán poseer sus propios medios de control, desarrollarán el sentido común, establecerán sus límites con la realidad, aprenderán a tolerar mejor la frustración, enfrentarán la vida más adaptativamente.
Todos los elementos descritos contribuyen a formar el yo de los hijos más fuerte y tolerante a los conflictos que se presentan a lo largo de su desarrollo.

No sucede así cuando la familia no proporciona las reglas y los mecanismos de control adecuados. Un ambiente adverso, la ausencia de valores y, sobre todo, la nula referencia afectiva produce indecisión. Y la inseguridad, a su vez, genera conductas ansiosas, fóbicas y agresivas que llevan al desajuste. Durante la adolescencia, ese hijo buscará mecanismos de compensación y de refugio en círculos que marcan una conducta no siempre adaptada a la convivencia social.

Los errores en la educación pueden ir desde una excesiva tolerancia por comodidad, a la sobreprotección, la severidad extrema, la violencia física o el abandono.
El vínculo afectivo que se genera entre madre-hijo al momento de nacer es la comunicación emocional determinante.

Con posterioridad, el sentir a la pareja de padres como modelos afectivos y educativos promete un ser humano equilibrado y estable en el plano afectivo.
Los padres, como modelos adultos, van entregando las distintas herramientas para satisfacer las expectativas propias y naturales del hijo. Es así como se va conformando en el niño (a), y posteriormente en el adolescente, la socialización y manejo en el entorno.
Es importante destacar que la dedicación y la paciencia durante las primeras etapas marcan el carácter y su evolución sicológica posterior.

Si las condiciones familiares son satisfactorias, el pequeño captará el amor y la aprobación como medio de satisfacer mejor sus demandas y su comportamiento. Los estímulos y refuerzos oportunos son excelente mecanismo de aprendizaje. También el oportuno y justo diálogo evita erosionar el ambiente familiar.
La descalificación no es un método adecuado ya que afecta negativamente la autoimagen. También es útil y necesario enseñar a tolerar la frustración y saber postergar la realización inmediata de sus deseos.

Es conveniente que nos preguntemos y meditemos si conocemos de verdad a nuestra descendencia. Que nos planteemos qué expectativas tenemos con ellos y ellos con nosotros. Cuáles son sus deberes y derechos, si les damos la ración diaria de afecto, si nos comunicamos a través del diálogo o sólo controlamos y dirigimos.
Este proceso de análisis nos permitirá un paulatino crecimiento para generar una relación armónica.

Estiremos, pues, un puente de confianza con nuestros hijos y tendremos grandes amigos. Y contribuiremos a mantener una familia con valores permanentes y emocionalmente satisfactorios.

Texto: Carmen Luz Cea (sicóloga clínica y social)
Compilación: Profesor Francisco Contreras Robles
 

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