“Sé que hay en tus ojos con solo mirar,
que estas cansado de andar y de andar
y caminar girando siempre en un lugar…”

Más de un centenar de alumnos maristas, la mañana del viernes 15 de noviembre tuvo la oportunidad de estar por última vez en las aulas, en los patios y pasillos de su colegio.

Compartieron con sus profesores tutores y dijeron adiós a compañeros que en múltiples jornadas fueron los amigos y amigas, las personas cercanas que acompañaron sus sueños, anhelos e historias personales.

“Sé que las ventanas se pueden abrir,
cambiar el aire depende de ti,
te ayudará vale la pena una vez más…”

Sus profesoras, profesores, compañeros -desde los más pequeños a los mayores-, sus padres y apoderados, familiares y amistades les acompañaron haciendo un largo pasillo humano que desplegó su cariño y positivo mensaje de adiós con un sincero “hasta pronto”; “suerte”; éxito en todo lo que emprendas”, o simplemente un “te quiero”.

“Es mejor perderse que nunca embarcar,
mejor tentarse a dejar de intentar,
aunque ya ves que no es tan fácil empezar…”

Una flor, un mensaje en un papel o en una camisa escolar; un recuerdo que quedó para cada uno como el mejor regalo… lo importante, para no olvidar y cultivar: la presencia permanente de un sello particular e indeleble que cada cual se lleva consigo, la de haber sido parte de una historia en común que se construye y proyecta hacia el futuro desde las aulas del Instituto San Martín.

“Saber que se puede, querer que se pueda,
quitarse los miedos, sacarlos afuera,
pintarse la cara color esperanza,
tentar al futuro con el corazón…”

Así se matiza la vida escolar que cumple una etapa de finalización luego de años de estudio y trabajo que comenzó hace mucho tiempo en un jardín infantil y que hoy le permite a esta nueva generación abrir las puertas hacia nuevos rumbos y posibilidades de estudio en la educación superior.

“Sé que lo imposible se puede lograr,
que la tristeza algún día se irá;
y así será, la vida cambia
y cambiará…”

103 jóvenes almas dijeron adiós…una mañana de noviembre; ellos han comenzado a pintar, con color esperanza, su propio camino de vida más allá del señero ISM de Curicó.









Texto y fotografía:
Profesor Francisco Contreras Robles