Una liturgia realizada en la capilla del instituto, reunió a los educadores en un ambiente de reflexión; allí se compartieron recuerdos y experiencias de vida propios y la  de nuestros alumnos y alumnas, aquellos que “nos hicieron sacar canas verdes” y de los cuales, muchas veces con férrea disciplina se transformaron en grandes hombres y mujeres. También, las historias de aquellos en los cuales la palabra amable y cercana fue puntal importante para sostenerlos en los momentos inciertos de sus vidas.

Hubo una conclusión importante, como educadores maristas estamos llamados a servir en una misión. Cada profesora y profesor sabe, en el fondo de su corazón de educador, que impactará en la experiencia y el rumbo que muchas veces tomarán niños y jóvenes.

Desde transponerse a los problemas y quiebres familiares, superar los conflictos y “rollos” personales, la alegría por compartir, el alcanzar altas metas en los estudios, desarrollar los talentos, la elección vocacional, el luchar con tesón por aquello que se quiere y seguir adelante con un sello distintivo que con el paso del tiempo se graba a fuego en cada alumna y alumno del ISM de Curicó y que sólo la perspectiva del tiempo es capaz de reconocer y valorar.

Bien sabemos quienes educamos que, en este arte, ésta es época de siembras y los anhelados frutos no se cosechan en el ahora; esto será tarea para más adelante.

Profesores y Profesoras…que enseñan; muestran el conocimiento y las formas de vida en las que se aplica; en sentido amplio, el camino de la ciencia, el arte, el bien… de los valores que enriquecen la vida humana.

Y cuando ocurre que no sólo muestran el conocimiento sino que orientan para aplicarlo y motivan para amarlo traspasan la tenue línea del saber para abrir la del ser.

Es entonces cuando nos transformamos en educadores, es decir, en motivadores del perfeccionamiento de cada niño y joven… en promotores del desarrollo y perfeccionamiento integral de sus personas; tal como nos enseñó y legó el educador por excelencia…el maestro…Jesús.






Texto y fotos:
Profesor Francisco Contreras Robles