Gracias a una gestión del Centro General de Padres y el Dpto.de Orientación, el deportista -en entretenido relato- vinculó su experiencia personal como eximio conocedor de la montaña cautivando a su juvenil audiencia. Recordó que lo que más atesora en su vida es el haber vivido plenamente, es decir, haber cumplido su sueño de subir montañas. El aprendizaje de vivir experiencias límites se ha traducido en una regla básica para todo emprendimiento: "no hay peor desafío que aquel que no se es capaz de enfrentar."
Su experiencia como profesor e instructor de niños y jóvenes en el aprendizaje para sobrevivir en gélidos parajes le ha indicado que para ser feliz en la vida hay que basarse en diversos pilares insustituibles. Uno de ellos es el respeto: "…la mentira es una falta de respeto; la falta de aceptación por el otro, el creerse superior, marcar su posición política, su credo (…) es faltarle el respeto a sus interlocutores." Necesitamos ser más humildes, construir con los demás y respetar los espacios de cada cual. Ejemplificó, cómo los pingüinos en la Antártida son capaces de convivir en grandes colonias, sin invadir el territorio del otro. La naturaleza es sabia en mostrarnos que en el fondo somos todos iguales y que merecemos respetar los ámbitos de vida de cada cual.
"Todos tenemos una oportunidad en la vida, y esas condiciones hay que aprovecharlas": su experiencia le ha planteado que inclusive en las grandes empresas en que ha participado como el llegar a coronar la montaña más alta del mundo, el Everest (8.848 msnm), le ha implicado asumir derrotas (tres intentos fallidos con la pérdida de vidas en algunos de ellos). Más aún, el desafío está siempre frente a uno:"no esquives cada desafío (…) si caes vuelve a incorporarte y sigue adelante", le manifestó a los estudiantes.
Indicó también a no tener miedo a los errores: "no le teman; tengan miedo-en cambio- de no avanzar; cada error es un aprendizaje en la vida". También, se refirió a que hay aprender a solucionar los conflictos: "en ninguna parte nos enseñan cómo resolverlos y ellos son inherentes a la vida de los seres humanos; aprendemos a ser ganadores siempre, a no retroceder y, desgraciadamente, no se nos enseña a dialogar, a pedir y al mismo tiempo aprender a ceder en las ideas y posturas de cada cual."
Señaló que resulta común observar que "cada vez que una gestión no resulta, siempre tendemos a buscar un culpable, siempre le echamos la culpa a alguien. Por ejemplo: el viejo de matemáticas (sic) me puso un uno. Y cuando se es mayor, esa misma persona llegará a decir: el jefe no me quiere (…) definitivamente eso es parte de una mala educación: cada uno de nosotros ha de cosechar lo que siembra. Uno es el arquitecto de su propio destino, amigos", reseñó.
En la parte final de su intervención manifestó que "el éxito de los colegios no depende ni de los rectores, ni de los inspectores o los profesores; ello depende de cada uno de nosotros, de cada alumno, de cada persona. Inclusive cuando termines tus estudios en la universidad - ésta te venderá un título- entonces cada uno de Uds. deberá construir su carrera después de dicha etapa manteniéndose sobre otros pilares esenciales, valores como ser responsables, leales, sinceros y personas solidarias (…) y que-ojalá- llegado un día no tengamos que decir, citando a Jorge Luis Borges: Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
(…)Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo. (fragmento)

Así es amigos míos, cada día tengo un nuevo desafío…" concluyó.