Daremos gracias al Señor, por los 100 años de la llegada de los primeros Hermanos a Chile y los 99 años de presencia Marista en Curicó, celebrando la Misa, a las 19,30 horas, en la capilla del Santuario del Carmen a la que están invitados todos los integrantes de la Comunidad Educativa de nuestro colegio.

Apreciados lectores: Los escritos son la expresión del sentir humano y espiritual de una persona en un momento o etapa de su vida.

Entre todos los escritos del Padre Marcelino, creo que uno de los que mejor le identifican son sus cartas. Conservamos de él 339 cartas, de las cuales 109 son textos autógrafos y el resto, 230, son copias y sin firmar, cuya autenticidad está comprobada. En ellas encontramos páginas sencillas, transparentes, donde sus palabras “suaves y fragantes como rosas”, impregnadas de amor a Dios, a los Hermanos y a los niños, se deslizan tranquilamente como manso arroyuelo por las almas de sus lectores penetrando en sus corazones. Marcelino ama a sus Hermanos como a hijos, siente necesidad de visitarles a todos, se preocupa de sus escuelas, su misión, su vida espiritual.

Uno de sus primeros discípulos, el Hermano Lorenzo, nos da el siguiente testimonio. “Una madre no tiene más ternura por sus hijos que la que tiene él por nosotros. Como el más tierno de los padres, tenía gran cuidado de nosotros”.

He aquí algunas expresiones, extraídas de sus cartas, que reflejan el gran amor que Marcelino tenía a sus Hermanos:

• “Diga al Hermano Dominique que le quiero mucho”
• “Diga al Hermano Moisés que pienso en él”… “les llevo a todos con cariño en mi corazón”…
• A un Hermano Director le escribe: “Que nuestros buenos Hermanos enfermos, a los que amo de todo corazón, estén bien cuidados y alimentados.
• Veinte años de cuidados me autorizan a deciros sin miedo y sin ningún temor las palabras del discípulo amado: “Mis queridos, amémonos los unos a los otros porque la caridad viene de Dios”.
• “Mis queridos Hermanos: experimento una satisfacción muy agradable, derramando en vuestros corazones este afecto del cual mi corazón está lleno. Os agradezco el afecto que me mostráis. No puedo con palabras, expresaros mi profundo agradecimiento”…

Amigos de la familia marista: Imitemos el ejemplo de San Marcelino y demostremos con hechos, con gestos, que nos amamos. Que nuestras cartas, como las de Marcelino, estén siempre perfumadas por la rosa de la caridad y las tres violetas, símbolo de la espiritualidad marista.

¡SAN MARCELINO CHAMPAGNAT! Ruega por nosotros y por nuestras familias.