Ha finalizado el año
escolar. Es el momento de la evaluación final. Evaluación no sólo en
las asignaturas académicas, la hora de la verdad para pasar o no el
verano tranquilo.También la hora de evaluar el curso de mi vida.
¿Ha merecido la pena Es la pregunta profunda que se
articula en decenas de otras posibles preguntas. He pasado de curso
con buenas notas; pero ¿compensa tanto esfuerzo, tanta renuncia
durante meses a los amigos, al tiempo libre, a la naturaleza, a las
diversiones; ¿no pagaré algún día las tensiones; ¿no estaré
pagando ya la falta de unas relaciones personales más amistosas,
serias, profundas
Mis resultados académicos no han sido perfectos, pero tengo un
verano algo complicado; no podré disfrutar todo lo que había
planificado.
¿Está bien organizado el mundo ¿Es que siempre tiene uno que estar,
todo el año obsesionado por aprobar ¿Dónde está el punto de
equilibrio que compense el esfuerzo con el resultado
Ha sido una catástrofe, unas notas para enterrar
sin que nadie las vea; ya que están aquí los retos familiares, las
amenazas de castigos, el anuncio de negrísimos futuros. ¿Podría
haberme esforzado más en el curso ¿Debería haber renunciado a algo
de mi buena vida Siempre nos hacemos preguntas; y más en éstas
fechas: ¿ha merecido la pena ¿Merece la pena la vida de estudiante
Corremos un peligro grave. Estamos presionados por alcanzar
resultados, superar a cualquier precio la barrera del suficiente.
Podemos ser sólo poco más que máquinas de aprobar, máquinas de
estudiar, siempre funcionando en un ciclo continuo.
Y podemos perder de vista lo esencial: nuestra vocación de ser
felices. La felicidad no se estudia en ninguna asignatura; tampoco
se encuentra en ningún apartado concreto y específico de nuestra
vida.
La alegría de vivir le da una sensación más difusa pero más de
conjunto. Es el saberse vivo y saberse inmerso en un mundo de
relaciones gratas; con familia, con amigos, con los que te pueden
necesitar, y sobre todo, relación satisfactoria con la naturaleza y
contigo mismo.¿Se puede ser tan universal, tan ambicioso, atacar tantos frentes
ahora que somos estudiantes y que tenemos que responder con éxito al
reto de aprobar cada asignatura ¿No será mejor esperar, para eso a
tiempos más relajados, cuando uno está situado en la vida
Nunca habrá tiempos más relajados; es el joven el que tiene que ser
universal y ambicioso en la asignatura de su alegría de vivir.
No existe más que una manera de ser felices: vivir para los demás.
El gozo de vivir es poder decir a lo largo del día algo tan simple
como esto: Me alegro de estar vivo.Con alegría, les deseo a todos: ¡FELIZ NAVIDAD!
Hasta el próximo domingo si Dios así lo quiere.