Noticias
La tolerancia, una importante virtud cívica
Por
Instituto San Martín .
Publicado:
15 Diciembre 2009
Leido 382 veces
<b>La virtud cívica de la tolerancia</b> no es una actitud pasiva, ni mucho menos cobarde, que consiste en renunciar a las propias ideas. La tolerancia tampoco quiere decir debilidad, falta de carácter o escasa firmeza en los planteamientos. La virtud de la tolerancia no impide en ningún momento la manifestación clara y decidida de las propias convicciones. La persona tolerante sabe afirmar sus puntos de vista sin arrasar los ajenos.


La tolerancia genuina no es permisiva, sino sano pluralismo plenamente aceptado y vivido.

La tolerancia es una virtud cívica muy importante que en una sociedad democrática se hace cada vez más necesaria. Ser tolerante significa saber respetar todas las actitudes, las ideas y los programas que honradamente intentan construir el bien común.

En el campo político, tolerancia quiere decir verdadero espíritu democrático. Y en el campo religioso, significa sincero respeto por todas las creencias.

Un hombre tolerante, en política, es un demócrata que sabe que tiene adversarios, pero no enemigos, y que es consciente de que “partido” proviene de “parte” y que una parte no lo puede monopolizar todo. A la ciencia política nadie ni grupo alguno la posee en exclusiva.

Una persona tolerante, por tanto, es siempre una persona básicamente humilde y sanamente relativizadora. Un hombre tolerante, en religión, admite de buen grado el pluralismo confesional y quisiera que siempre fuese respetado el principio fundamental de la libertad religiosa que consiste en que nadie sea coaccionado a creer, pero que a la vez todo creyente pueda manifestar libremente su fe.

La tolerancia, correctamente entendida, es un signo de madurez y el diálogo, el respeto mutuo y la convivencia civilizada y en paz son sus principales frutos.

La tolerancia admite y quiere positivamente la diversidad; respeta todas las ideas, aunque no siempre las comparta. La tolerancia quiere la paz fundamentada sobre la justicia, la verdad y la libertad, abandona la ley del Talión y adopta decididamente el “evangelio secular” de la declaración Universal de los Derechos Humanos.

La tolerancia es humilde y nunca exhibe su autosuficiencia, sabe perder, sin hacer de la derrota una tragedia; admite la crítica, y la encaja con elegancia.

La tolerancia está abierta al cambio, adopta una respetuosa postura crítica ante el pasado y sabe asumir a todas las realidades positivas presentes y futuras.

Publicado en:
© CONGREGACIÓN DE LOS HERMANOS MARISTAS
Ámbito de Diseño, Informática y Comunicaciones