"Digan a sus niños
que Jesús y María los aman mucho a todos: a los que son buenos
porque se parecen a Cristo Jesús, que es infinitamente bueno y a
quienes no lo son todavía porque llegarán a serlo.."
Vista exterior de la
Capilla de San Marcelino en Nuestra Señora del Hermitage
Altar y urna de San Marcelino
Urna con los restos de San Marcelino
Al iniciarse el año 1840, Marcelino seguía
trabajabando con gran intensidad. Se sentía bien al compartir y orar
con sus hermanos en comunidad. Sin embargo, el mal que le aquejaba
no le dejaba en paz. El miércoles de ceniza tuvo un violento ataque
nefrítico que no le abandonaría sino hasta su muerte. Percatándose
de la gravedad de su enfermedad decidió dejar organizados todos sus
temas
pendientes acudiendo donde un notario, ya que las
propiedades de la congregación figuraban a nombre suyo. El 13 de
abril, Jueves Santo, ofició la misa en Grange-Payre. Luego de la
eucaristía conversó con los alumnos: «Recordad con frecuencia que
Jesús os ama mucho (...). Si tenéis mucha confianza en María, ella
os alcanzará la gracia de ir al paraíso, os lo aseguro».
Numerosos hechos se sucedieron con rapidez en el mes
de mayo: la última misa, la unción de los enfermos, la lectura de su
testamento espiritual delante de los hermanos, entre otras
actividades. El jueves 4 de junio comulgó por última vez. El viernes
se agudizaron los sufrimientos. Jesús, María y José se hallaban en
el centro de su corazón y de su oración. Todo el Hermitage era un
templo. Los hermanos rezaban constantemente. Se cuidaban en los
mínimos detalles para evitar el más ligero ruido.
Detalle del esmalte de la urna
Capilla de San Marcelino
Emblema del Instituto (mosaico delante del altar)
El sábado, 6 de junio, vigilia de Pentecostés,
después de una hora de agonía, cuando la comunidad entonaba la
Salve, Marcelino entregó su alma a Dios. El día 8 de junio, con
nutrida asistencia de eclesiásticos y personalidades civiles, se
celebraron los funerales de Marcelino Champagnat. Para esa fecha, la
obra de Marcelino arrojaba los siguientes números: 280 hermanos (49
difuntos), 48 establecimientos, 180 hermanos
instruían a unos 7.000 alumnos. Años después, el 29
de mayo de 1955, Marcelino es beatificado por el Papa Pío XII. Más
tarde, el 18 de abril de 1999 fue canonizado por el Papa Juan Pablo
II. Era el reconocimiento de su santidad. Marcelino Champagnat, un
Hombre Santo que supo superar la adversidad en pos de un sueño que
buscaba una meta mayor:
«Todas las diócesis del mundo entran en nuestras miras».