Por eso, tomarse unas buenas vacaciones es el remedio más a mano y más eficiente contra el stress (o como se le prefiere llamar también, burning out). Si de salir se trata, pues bien manos a la obra.

Pero hay algo más que debemos cuidar y que es económico y funciona muy bien: ese algo se llama aprender a crear un lugar de tranquilidad interior.

Es lo que algunos expertos en las cosas que pasan dentro de nuestras cabezas llaman inventarse un retiro al cual acceder en cualquier instante del día en que tengamos el tiempo suficiente para descansar.

Todas las personas (niños, jóvenes, adultos y viejos) necesitamos tener un lugar tranquilo en nuestra mente, un espacio de quietud (ojalá de silencio) que actúe como una verdadera cámara que descomprima nuestras tensiones y emociones.

Un espacio casi etéreo que construido con nuestra galopante fantasía nos entregue alas para liberarnos de todas las presiones externas con las que solemos envolvernos.

Hagamos volar la imaginación, busquemos y encontremos un momento o un lugar que nos produzca una sensación de agrado, tranquilidad y mucha paz. Tal vez esa imagen está en el campo, en la ribera de un lago o escuchando el rumor de las olas del mar.

¿Más económico? Tal vez lo encontremos en un rincón de la propia casa como una habitación cómoda y sencilla o en el propio jardín. En fin, eso depende de cada uno.

Sólo puedo asegurarle que repondremos energías y, ciertamente, nuestra mente y cuerpo nos lo agradecerán. Como siempre, lo difícil es decidirse a empezar.

Texto: Profesor Francisco Contreras Robles.