EN LA ZONA DE CUREPTO

Nuevamente fue la zona aledaña a Curepto la que supo de la presencia de jóvenes afuerinos que compartieron durante una semana la experiencia de separarse del hogar familiar y ser cálidamente acogidos por numerosas familias que abrieron sus puertas a los alumnos de terceros medios del ISM (humanistas, matemáticos y biólogos) haciendo realidad en terreno el Proyecto de Inserción Rural (conocido antaño como “Proyecto14”).

Esta actividad que desarrolla el instituto marista de Curicó bajo el sólido empuje de su rector Jaime Inostroza Marín y del equipo de pastoral colegial liderado por la profesora Rossana Avendaño, busca entre otras materias, promover la conciencia y justicia social en los estudiantes, valorar sus propios hogares y familias y constatar que pueden ser efectivos agentes de cambio cuando asuman decisiones que ayuden a mejorar las condiciones de las personas con las cuales se relacionen, especialmente, los postergados, los carenciados. Acompañados por los profesores tutores de cada curso – Juan Palma, Jorge Muñoz y Waldo Maldonado- casi un centenar de estudiantes del ISM de Curicó hizo realidad la actividad pastoral.

EXPERIENCIAS QUE DEJARON HUELLAS.

Susan Moya, señaló que “el proyecto 14 fue una experiencia de reflexión no tan solo sobre apreciar lo que tengo sino de comprender más el sentido de la vida para algunas personas, en donde dejan el pasado atrás y con una sonrisa, sabiendo sus problemas, salen adelante sin importar las circunstancias.” Susan manifestó también que este proyecto le ha permitido valorar y “entender que la simplicidad y el cariño nos pueden hacer felices si estamos al lado de las personas que amamos.”

Por su parte, Francisco Ramírez contó que estuvo en Rapilermo Bajo”, agregando inmediatamente que “fue una muy buena experiencia que me permitió conocer un nuevo modo de vida y la humildad con que la gente nos recibía.” Al referirse al ambiente de familia y cariño recibidos en sus nuevos hogares manifestó que “nos sentimos parte de su familia de inmediato; fue una buena experiencia que me permitió crecer.”

“Me quedé en Huelón y la experiencia fue gratificante, la familia fue muy amorosa conmigo y con mis compañeros. El entorno era lindo y me gustaría volver,” compartió con este medio informativo Sebastián Valenzuela.

Anaís Farías manifestó que estuvo en la localidad llamada Paraguay junto a Pía Zamorano recordando que “nos alojamos con la familia Farías Leiva” sintetizando su sentir al expresar que “fue una experiencia muy linda, de aprendizaje y crecimiento personal. Los quiero mucho y sé que los volveré a ver”, señaló.

“Fui a Huelón Bajo”, afirmó  Belén Villarroel; “estuve con la tía Eliana y fue la mejor experiencia que me ha tocado vivir en mi instancia de colegio. Aprendí mucho y me di cuenta que la gente del campo es muy fuerte y bonita.”

Expresiones espontáneas que surgen tomadas al azar. Tal vez, algunos olvidarán rápidamente lo vivido durante esos días, sin embargo, estamos ciertos que estas experiencias quedan en lo profundo de sus noveles personalidades y se manifestarán, algún día, en signos de consideración y valoración del otro como persona, como ser humano. Esta última cita refleja esa reflexión:

“No es fácil abandonar la rutina de tu hogar para emprender un viaje hacia territorios desconocidos, alejados de la civilización”, señaló Natalia Palma que estuvo en Rapilermo Alto. “Pero ese viaje más que reflejarse en los espacios físicos, se refleja en la intimidad, en las raíces de tu percepción. Es una experiencia maravillosa de crecimiento y experiencias inolvidables”, consignó la estudiante de tercero medio.

Texto: Profesor Francisco Contreras Robles
Fotos: Pastoral ISM.