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"Envejecer es obligatorio, crecer es opcional"
Por
Instituto San Martín .
Publicado:
7 Julio 2009
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Con alegría comparto este lindo testimonio que nos regala un estudiante universitario.


En el primer día de clase nuestro profesor se presentó a sus alumnos, y nos desafió a que nos presentásemos a alguien que no conociéramos todavía. Yo permanecí de pie mirando alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi a una pequeña señora, viejita y arrugada sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.

Ella dijo:
- Hola buen mozo. Mi nombre es Rosa. Tengo 87 años de edad. ¿Puedo darte un abrazo
Yo reí y respondí entusiastamente:
- ¡Claro que puedes! Y ella me dio un gigantesco apretón.
- ¿Por qué estás a tan tierna e inocente edad Pregunté. Ella respondió bromeando:
- Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un par de hijos y luego jubilarme y viajar.
- ¿Estás bromeando Le dije. Tenía curiosidad por saber lo que la había motivado a entrar en ese desafío a su edad. Ella dijo:
- Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora ¡lo estoy haciendo!

Después de la clase caminamos hacia un lugar de reunión de estudiantes y compartimos un “milkshake” de chocolate. Nos hicimos amigos instantáneamente. Todos los días en los próximos tres meses tendríamos clase juntos y hablaríamos sin parar.

Permanecía siempre extasiado escuchando aquella “máquina del tiempo” compartir su experiencia y sabiduría conmigo. En el transcurso del año, Rosa se volvió un icono en el campus universitario, y hacía amigos fácilmente, donde quiera que fuese.

Adoraba vestirse bien y gozaba con la atención que le daban los otros estudiantes. Ella disfrutaba de la vida. Al final del semestre convidamos a Rosa para hablar en nuestra comida. Jamás olvidaré lo que ella nos enseñó. Fue presentada y se aproximó al podio. Cuando comenzó a leer su discurso preparado, dejó caer al piso tres de las cinco hojas. Frustrada y un poco nerviosa, tomó el micrófono y dijo simplemente: Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa. ¡Dejé de beber allá por Pascua, y este whisky me está matando! Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden, nuevamente, entonces permítanme hablarles sobre aquello que yo se.

Mientras nos reíamos, ella limpió su garganta y comenzó:

No dejamos de amar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de amar. Existen algunos secretos para continuar jóvenes, felices y exitosos. Es necesario reír y encontrar el humor en cada día. Es necesario tener un sueño. Cuando se pierden los sueños, uno se muere.

La idea es crecer siempre encontrando la oportunidad de cambiar. No tengan remordimientos. Las únicas personas que tienen miedo a la muerte son aquellas que tienen remordimientos.

Ella concluyó su discurso cantando alegremente “La Rosa”.

Al final del año, Rosa terminó el último año de la facultad que había comenzado tiempo atrás.

Una semana después de su graduación, Rosa murió tranquilamente durante el sueño.

Más de dos mil alumnos de la facultad fueron a su funeral, en honor a la maravillosa mujer que enseñó a través del ejemplo, que nunca es demasiado tarde para ser todo aquellos que podemos probablemente ser.

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