Suspirando por algo
que dé sentido a nuestra existencia, vamos en pos de una idea, una
persona, una actividad que integre las distintas dimensiones de la
vida.
En las situaciones humanas es donde descubrimos a Dios como único
por quien verdaderamente suspiran nuestros corazones.
No le reces a Dios mirando al cielo, ¡mira hacia dentro!. No busques
a Dios lejos de ti, sino en ti mismo
No le pidas a Dios lo que te falta, ¡Búscalo tú mismo!, y Dios lo
buscará contigo, porque ya te lo dio como promesa y como meta para
que tú lo alcances
No reproches a Dios por tu desgracia; ¡súfrela con Él! Y Él sufrirá
contigo; y si hay dos para un dolor, se sufre menos
No le exijas a Dios que te gobierne a golpe de milagros desde
afuera; ¡gobiérnate tú mismo! Con responsable libertad, amando, y
Dios te estará guiando; desde adentro y sin que sepas cómo
No le pidas a Dios que te responda cuando le
hablas; ¡respóndele tú!, porque Él te habló primero; y si
quieres seguir oyendo lo que falta, escucha lo que ya te dijo
No le pidas que te libere, desconociendo la libertad que ya te
dio. ¡Anímate a vivir tu libertad! Y sabrás que sólo fue posible
porque Dios te quiere libre
No le pidas a Dios que te ame, mientras tengas miedo de amar y
de saberte amado. ¡Ámalo tú! Y sabrás que si hay calor es porque
hubo fuego, y que si tú puedes amar es porque Él te amó primero.
Amigos lectores, el mundo de hoy tiene una honda necesidad de
hombres y mujeres místicos, personas que sean capaces de tocar
el misterio que hay en toda vida, con una actitud de apertura y
abandono confiados.
A pesar de las dificultades y luchas de la vida diaria, a pesar
de las limitaciones e injusticias con los que vivimos,
continuamos viendo la bendición de Dios en nosotros y en las
personas que amamos.