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María modelo para el Educador Marista
Por
Instituto San Martín .
Publicado:
18 Noviembre 2008
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"<b>Evangelizar educando</b>". Nuestra misión, que nos legó San Marcelino Champagnat, es "<b>dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar</b>".


María es el modelo perfecto para el educador marista, como lo fue para Marcelino. María, mujer laica, primera discípula de Jesús, orienta nuestro camino en la fe. Como educadora de Jesús de Nazaret inspira nuestro estilo educativo.

María recorrió un itinerario de fe, como el nuestro. Aunque se educó en la tradición de su pueblo, quedó cautivada por la extraordinaria intervención de Dios en su vida.

Conoció las alegrías y las penas de la vida. Se maravillaba ante la grandeza de Dios incluso cuando se sentía perpleja. Con fe dejó actuar al Espíritu Santo. Con fe ponderaba los acontecimientos de su vida y la de su Hijo. Con fe respondió de todo corazón, sin esperar a tener una respuesta a sus preguntas, desde el “si” en la Anunciación hasta el dolor al pie de la Cruz. Con fe se convirtió en una humilde seguidora de la nueva familia de Jesús, cuyo solo deseo es hacer la voluntad del Padre.

En Nazaret, junto a José, proporcionó a Jesús la unidad familiar y el amor que necesitaba para crecer. Cuando Jesús fue adolescente, le dejaron desarrollar su propia identidad. Incluso cuando esto provocó malentidos, confiaron en El y siguieron ayudándole a crecer “en sabiduría, edad y gracia”. Dentro de la Comunidad cristiana y desde sus comienzos, María siguió llevando a cabo su misión de madre y educadora.

El aspecto mariano de nuestra espiritualidad se manifiesta, ante todo, en el deseo de imitar sus actitudes para con lo demás y con Dios. María está en medio de nosotros como símbolo de unidad y misión, igual que lo estaba entre los apóstoles el día de Pentecostés. Como Marcelino, vemos en Ella a nuestra Buena Madre y Recurso Ordinario, y le expresamos nuestra devoción, de manera personal, familiar, sencilla, siguiendo las prácticas de la Iglesia y las tradiciones locales.

Llevamos esta dimensión mariana a nuestra catequesis y momentos de oración con los niños y los jóvenes. Les enseñamos a amar y honrar a María. Procuramos que aprendan a imitarla en su ternura, su fortaleza y constancia en la fe, y les animamos a que acudan a Ella frecuentemente en la oración.

En todo lo que hacemos, los educadores nos asociamos a María, para hacer nacer a Jesús en el corazón de los niños y los jóvenes. “Todo a Jesús por María. Todo a María para Jesús”

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