Ayer al mediodía en el Centro Italiano de esta
ciudad, la Agrupación Peques del '34 de Instituto San Martín, eligió
nueva directiva. Ésta quedó formada de la siguiente manera: Óscar
Olivos, presidente; Omar Urzúa, vicepresidente; Bernardo Erazo,
secretario; Raúl Ortiz, tesorero y Manuel Massa, director. Al
encuentro estuvieron invitados de manera especial la rectora del
Instituto San Martín, Marcela Hormazábal y el Hermano Ángel
Gutiérrez, religioso de los Hermanos Maristas de esta ciudad.
En la
oportunidad se vivió un grato encuentro de amistad, que caracteriza
las reuniones de estos muchachos, quienes en un emotivo discurso
señalaron lo siguiente:
«A menudo me preguntan y hay ocasiones que me sorprendo
interrogándome sobre este fenómeno tan especial, sobre esta
hermandad que viene del alma mater y que se
quedó para siempre en nosotros con los juegos de
niños, con los bulliciosos patios del colegio, con las salas
donde el saber brotaba a raudales en las lecciones de los
hermanos y de nuestros maestros, con las confidencias juveniles
compartidas en los rincones del hermosos edificio, con las risas
y alegrías de los juegos que se perdieron en el tiempo y se
quedaron en nuestros corazones. Esta hermandad que nos hizo
crecer y nos ha permitido andar la vida sin olvidar nuestras
raíces, quiénes somos, de dónde venimos, de niños traviesos y
mentes despiertas que fueron formados como jóvenes y les
enseñaron a ser hombres. Esta hermandad, obra de sembradores
extraordinarios que disfrutaban el enseñar, que gozaban con los
mundos que salían de los libros, que exigían con autoridad y
daban cariño de amigos, de padres, de hermanos, de auténticos
maestros; que se quedaron en nuestra memoria y viven en las
conversaciones que nunca se agotan.
Me preguntan por esta amistad que cruza todas las barreras y
transita por los años acrecentándose, siendo más fuerte, más
armoniosa, más arraigada en los corazones que corren presurosos a
encontrarse con los amigos. Me preguntan, ¿cómo es posible que
durante 36 años este grupo de niños y jóvenes de ayer, viejos hoy,
se reúnan prácticamente cada mes para revivir los años de Instituto
y alimentar la amistad como el tesoro más preciado de su existir
No sé, tengo todas las respuestas y no tengo el caudal del lenguaje
y el orden de los sentimientos e ideas para contestar de manera
coherente, de manera que se traduzca en mis palabras todos los
latidos del corazón que impulsa a los recuerdos colectivos y nos
invitan al abrazo de hermanos, a los encuentros que se quedan
palpitando hasta una nueva ocasión.
Quiero explicar y dar razones, contar esta historia
nuestra que todos sabemos, que todos somos partícipes y por lo tanto
disfrutamos como el sabor del fruto maduro que se queda largamente
estimulando los sentidos. Es bueno decir que la simiente está en la
concepción visionaria de compañeros nuestros, de amigos y hermanos
que pusieron en el surco las primeras ideas que germinaron y se
multiplicaron en los recuerdos y sentimientos de los niños del 34
que cantaban a la vida en los espacios mágicos de nuestro colegio.
Un homenaje a los precursores de estos encuentros y estas jornadas
extraordinarias: Francisco Rivadeneira, Jaime Bedos, Héctor Campos y
Santiago Sánchez, que desde la morada celestial sonríen jubilosos,
junto a los que han partido, con cada uno de nuestros recuerdos,
nuestras locuras y nuestras anécdotas. ¡Gracias compañeros!, les
recordamos por siempre y disfrutamos de la amistad como ustedes nos
enseñaron.
Una palabra de saludo, recuerdo y homenaje para el maestro de
vocación, el amigo, el confidente, el Hermano Marista que enseñaba
con el ejemplo los auténticos valores que hacen grandes a las
personas.
Víctor Calvo, el Hermano Víctor, el
distinguido solemnemente por el municipio
curicano en reconocimiento a todos los servicios que en el
ámbito de la educación y la enseñanza pastoral entregó a nuestra
ciudad, la provincia y la región. El Hermano Víctor, el que
nunca olvidó a sus exalumnos, el que siempre estuvo presente en
el colegio, en los años de nuestra juventud con una palabra
amable, con el consejo de un amigo y educador, en los años del
Instituto y en los años que vinieron con nuestros encuentros.
Siempre con la sonrisa a flor de labios, el gesto cariñoso, la
transparencia de su vocación religiosa y la alegría eterna de
estrechar en un abrazo a cada uno de sus peques. ¡Gracias
Hermano Víctor!, su lección de amistad, respeto, cariño y
solidaridad siguen presentes en esta mesa que nuevamente
compartimos.
Así se escribe nuestra historia, esta historia de 72 años de
caminar juntos y estar muy unidos en los últimos 36. Esta es la
respuesta para esta pregunta que busca explicar las razones de
nuestra hermandad. Aquí están hoy los recuerdos, las alegrías,
las preocupaciones y los sentimientos nobles por todos y cada
uno de nosotros. Aquí están y seguirán estando en los años
venideros las conversaciones entre risas, discursos, anécdotas,
emociones y aplausos que
disfrutamos en casa de Sergio Slack, o en casa de
César Montero; con la mesa larga, fraterna y dispuesta para
compartir con los amigos, los compañeros, con todos y cada uno de
los miembros de esta familia.
¡Gracias por esas invitaciones que valoramos profundamente!
Esta es nuestra historia, una historia que deseamos profundamente
ver repetida en cada una de las promociones de nuestro Instituto,
una historia que puede ser motivación y ejemplo para los alumnos de
hoy de nuestro colegio. Una historia simple, sencilla, grande,
valiosa, que recoge, se nutre y fortalece por la formación valórica
tan importante en la educación marista
Perdón, son reflexiones de viejo, pero las hago con el más profundo
respeto, cariño, agradecimiento y admiración por nuestro colegio.
Estimados amigos, hoy se escribe una página nueva de esta historia
nuestra y deseo sellarla con una palabra tan breve, tan grande y de
tantos sentimientos
Salud estimados compañeros, exalumnos del
Instituto, peques de la hermandad del 34
salud, felicidades.»