COMUNIDAD

La asamblea religiosa fue presidida por el agente pastoral del Santuario El Carmen y ex alumno del Instituto San Martín, Roberto Valenzuela. Asimismo fue acompañada por las melodiosas voces de la profesora Daniela Reyes, Carolina Díaz y Rodrigo Moraga quienes media hora antes de la misa dedicaron un bello oratorio cantado.

Se unieron a la celebración el rector del establecimiento, Andrés Prado, Hermanos de la comunidad Marista de Curicó, profesorado, administrativos, auxiliares, estamentos junto a estudiantes y sus familias.

PASCUA

El 6 de junio de 1840, mientras la comunidad de Hermanos en Nuestra Sra. de L’Hermitage oraba a María cantando la Salve Regina, Marcelino fue llamado a la Casa del Padre.

Si bien ese día, en Saint-Chamond (Francia) se apagaba la vida terrenal del hombre que soñó una comunidad de Hermanos dedicada a difundir la palabra de Dios y educar desde la Fe a niños y jóvenes, surgía con fuerza una llama que ha perpetuado el sueño del fundador en más de 80 países del orbe.

Esa brisa de espiritualidad Marista se asentó también en diversas ciudades de nuestro país. En Curicó lo hizo a través de la fundación del Instituto San Martín el año 1912. Hecho que fue motivo de agradecimiento al celebrar este año 110 años de fecunda labor espiritual y educativa en la ciudad.

EXPERIENCIAS

El agente pastoral, Roberto Valenzuela tuvo presente en la reflexión su experiencia como alumno marista y el hecho que la fecha, 6 de junio, fuese celebrada con tanta alegría por la comunidad educativa del colegio. Al respecto indicó que una de las características de Marcelino “fue educar, siempre educar”.

Asimismo profundizó: “Celebramos la Pascua de San Marcelino, o sea su fallecimiento y uno se puede preguntar ¿Cómo se celebra un fallecimiento? A los Santos se les celebra en su Pascua (...) porque llegan a Dios y nos dejan su herencia”, motivo por el cual la comunidad marista se ha reunido para agradecer a Dios.

Similar experiencia compartió otro egresado y apoderado del San Martín, Rodrigo Hernández. El apoderado recordó a los presentes no perder la característica esencial de todo niño: su capacidad de asombro.

“No dejemos de encantarnos, de maravillarnos frente a situaciones que pueden ser parte del día a día y que por ser rutinarias las olvidamos”. Invitó a sorprenderse, a encantarse como los niños y si ellos preguntan ¿por qué?, responder empáticamente. Ese niño inquisidor puede ser nuestro hijo o el hijo de nuestro mejor amigo (a) y de esa manera poder entrar en el reino de los cielos”.

Ambos relatos matizaron la experiencia de jóvenes estudiantes que egresaron del colegio el año 2005 y 2006 respectivamente y los profundos aprendizajes aquilatados que han fortalecido los cimientos de sus vidas y las de muchos hasta el presente.

HERMANOS EDUCADORES

Al finalizar, el rector Andrés Prado resaltó el acto de agradecer a Dios por la obra de Champagnat y su acción en el colegio.

“Como un solo cuerpo estamos congregados porque cuidas de nosotros con amor. Te damos gracias por tu hijo Marcelino que fue capaz de amar a los hermanos, más que así mismo, dando todos sus esfuerzos en construir una comunidad de hermanos educadores, sin más recursos que su sueño, dando energía a este proyecto. En el fondo, dando su vida. Gracias a ello hoy estamos aquí” meditó el rector.

La Eucaristía prosiguió con la bendición y el canto de la “Salve Regina”, entonada con veneración por los presentes, dando paso final a un alegre “Tu serás hoy Champagnat” que despidió a los asistentes del ritual religioso.



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