El Mes de María funda sus orígenes en nuestro país alrededor de 1850. Dirigía entonces el Seminario Pontificio de Santiago, Joaquín Larraín Gandarillas quien asumió como obispo auxiliar de Santiago. Fue el primer rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Se cree que Larraín pudo haber conocido esta devoción en Europa y la trajo a nuestro país fijando su celebración desde el 8 noviembre al 8 de diciembre, con una estructura similar a la que en el presente se usa.

El sacerdote ubicó este mes como preparación a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, del Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854.

Por otra parte, Marcelino Champagnat dedicó su obra desde un comienzo a María. Marcelino fue un fiel devoto y tenía una relación afectiva y de confianza absoluta en Ella, a quien veía como "Buena Madre".

Esta convicción lo acompañó a lo largo de toda su vida modelando la dimensión mariana de la espiritualidad que se ha transmitido como su legado a través de los hermanos y laicos que siguen construyendo su obra.

Niños, jóvenes, educadores, administrativos, auxiliares y estamentos dedicaron su oración comunitaria a la madre de Jesús en su Mes.