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La tierna despedida a la "Tía Verito"
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
21 Diciembre 2021
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Niños y apoderados de su curso regalaron cariñosa sorpresa a la educadora
EDUCADORA DE PÁRVULOS. Niños y niñas de prekínder (PKA) tributaron una cariñosa despedida a su Educadora de Párvulos, María Verónica Moreno Moreno, la “tía Verito”. La profesional termina su servicio en el colegio a fin de año.
MUY ORGANIZADOS

“Ha sido siempre la misma. La misma tía que canta, que ríe, con el carisma de siempre; la misma educadora que se lanza por el tobogán o se tira al suelo con los niños”. Así, tal cual la describen quienes han tenido por fortuna conocerla.

Muy organizados, padres, madres y apoderados junto a sus hijas e hijos del curso se dieron tiempo para dispensar profundas muestras de ternura y aprecio hacia la educadora que acompañó el proceso educativo de los párvulos del San Martín y que cumplió un importante ciclo de su vida laboral que llega a su término.

“CHAO TÍA. NOS VEMOS…”

Espontáneos, “Chao tía. Nos vemos. Felices fiestas” se deslizaban en el frontis del jardín Infantil. La “tía Verito” concluía el último día de clases la mañana del viernes 10 de diciembre, despidiéndose como era habitual de sus niños en las puertas del Kindergarten del colegio.

No sabía que ellos, acompañados por sus progenitores cruzaban raudamente hacia la vereda de enfrente para dirigirse muy ordenados y presurosos hacia el salón Champagnat, lugar escogido para ofrecer un regalo sorpresa de admiración y cariño.

Esperaron pacientemente que llegara acompañada por otras educadoras para atender una importante reunión, de última hora a la que había que asistir. A su ingreso al salón Champagnat, este retumbó con los aplausos de esa pequeña y familiar comunidad que hacía realidad con gesto de agradecimiento el espontáneo abrazo de despedida a la educadora, a la profesional y fundamentalmente a la persona, profundamente humana que es Verónica Moreno.

Costó avanzar hacia el lugar destinado para ella, en la primera fila. Los abrazos y recuerdos que le entregaban los párvulos ameritaba darles el tiempo requerido. De fondo, una suave voz regalaba los versos de una inspiradora balada.

Breves discursos y videos - testimonios fueron componiendo y repasando rasgos de la estampa que caracteriza a la “tía Verito” y el profundo amor con que ha realizado su servicio educativo dedicado a generaciones de estudiantes del colegio.

COINCIDENCIAS

Entre las presentes estaba la profesora, Miss Carolina Farías que recordó que ella fue alumna de las primeras generaciones que formó la tía Verónica Moreno. “Fui primera o segunda generación en el Jardín Rauquén, antes que fuese el colegio Rauquén". La "tía Verito"  trabajó en sus inicios en ese lugar. Era la casa de la familia Tello, reconocidos educadores de Curicó. Coincidentemente, marcó su vida dice Miss Farías y que por obra del destino se reencuentran en el término de la etapa de educadora párvulos de “Verito”, esta vez haciéndole clases a su hija, como última generación. También estaba entre los presentes un papá, Rodrigo Mora, que también inició su etapa escolar como uno más de esas primeras generaciones que formó el crisol de la “Tía Verito” y que por coincidencia acompaña a su pequeña hija que concluye el ciclo junto a la educadora.

“TÍA VERITO”

“Fue inesperado. Nunca me lo imaginé.” Así recuerda días después ese mágico momento Verónica Moreno, “tía Verito”. Fue a la vez “el broche de oro para finalizar una etapa” que reconoce no fue fácil de decidir. “La pandemia me hizo tomar decisiones”, dice para estar más tiempo y disfrutar de su familia sintiéndose bien y muy jovial aún.

Oriunda de la zona de Chimbarongo, específicamente Convento Viejo, recuerda que los primeros pasos como educadora de párvulos los dio en la costera localidad de Pichilemu una vez titulada de la Universidad Católica, sede Curicó. Ya había cumplido con su práctica profesional en el jardín infantil del Hospital de Molina. De allí emigró por un año a Pichilemu. Se radicó en Curicó y volvió a trabajar en Molina. Sin embargo, ya tenía su primer hijo, Enrique (de tres: Enrique, Aníbal y Juan Pablo) debiendo viajar en micro día tras día en condiciones muy precarias con su pequeño bebé a cuestas, lo cual afectaba su salud especialmente en invierno. Ello determinó cambiar de planes.

La oportunidad se dio en un nuevo jardín que abría sus puertas en Curicó: era el Rauquén bajo la dirección de la Sra. Elena Reyes Norambuena y don Héctor “Tito” Tello Romero, matrimonio de visionarios educadores normalistas - ambos fallecidos- que han contribuido a la educación con un consolidado proyecto educativo en la zona oriente de la ciudad.

“Uno descubre que con o sin recursos, uno puede entregar muchas cosas buenas a los niños”, recuerda. No quería dejar su trabajo en el Rauquén que poco a poco crecía en un ambiente muy familiar. Su arribo al Instituto San Martín se produjo circunstancialmente. Su hijo mayor era alumno del Instituto y para privilegiar la compatibilidad de horario laboral con la etapa escolar de su retoño conversó con el Hermano Jovino Morala Fernández, rector del colegio en ese entonces. Era la segunda vez que lo intentaba. La primera vez lo había logrado, pero se arrepintió en el último momento por afecto al jardín del Rauquén.

Siempre estuvo ligada a la pastoral del San Martín, desde que era apoderada. Y esa tarea se reforzó cuando el Hno. Jovino Morala la invitó a ser delegada de pastoral en representación del jardín infantil. Realizó un curso de formación en la escuela rural de Lora donde conoció a la profesora y colega Rossana Avendaño cultivando una muy bonita amistad que perdura hasta hoy.

Tiene todo el ánimo de pasar de vez en cuando por el colegio a visitar a sus compañeras de trabajo. Han sido largos años trabajando codo a codo que hoy, ley de la vida, se va renovando con nuevos integrantes, nuevos rostros, nuevas ideas. “Y si uno puede aportar en algo, si algún día puedo prestar mis oídos o un abrazo, gustoso lo haré”, nos dice.

PARA LAS NUEVAS GENERACIONES

“Me gusta mucho una de las frases de Marcelino que dice: para educar a los niños hay que amarlos y amarlos a todos por igual”. Explica que, “cuando haces tu trabajo no solo para ganarse el sustento de cada día, sino que lo haces por amor, de alguna manera esa entrega que estás haciendo contribuye”. Luego reflexiona: “Estamos en la tierra para algo, tengo una misión que desconocemos, pero de alguna manera tiene que ver con entregar. Es entregar ese amor que tú recibes de nuestro creador y que muchas veces no te das cuenta que lo estás recibiendo. Se trata de retribuir un poco a ese amor incondicional que se nos da a través de la entrega que haces en tu trabajo, en tu familia, donde estés para las otras personas”.

La “tía Verito” dice de manera muy precisa: “Primero haz tu trabajo con amor. Segundo, un trabajo bien hecho, responsable, viendo que sea lo mejor para nuestros niños. Podemos marcar a un niño para bien o para mal. Y sobre todo en esta etapa tan crucial. Es tanto lo que podemos dar, muchas veces más que entregar conocimientos, es lo otro”.

Ejemplifica nuestra entrevistada, “Si el niño tal vez no aprendió las vocales, algunos números, pero sí aprendió a relacionarse y respetar al otro… yo me doy por pagada. Y eso me gustaría que las nuevas generaciones lo entiendan. Ver donde estaban las raíces de lo que quería Marcelino. Cuando hubo abusos, se castigó a los niños o se les dieron tirones de oreja se estaba muy lejos de lo que Marcelino quería. Corregir y guiar con amor es clave”, nos comparte con férrea convicción.

El amor a Jesús o a María se vive en el cotidiano de cada jornada y está en el centro del pensamiento de la “tía Verito”. “A veces no es necesario ir a misa al templo, sino que hacer vida todo esto en el buen trato con los demás, en cómo me relaciono con la naturaleza. Tal vez no voy a cambiar el mundo, pero sí sé que no me puedo quedar de brazos cruzados viendo cómo todo se contamina, como no se respeta a las personas o como suceden tantas injusticias”.

Finalmente, Verónica Moreno “Tía Verito”, se lleva las palabras de muchos de los intervinientes en ese acto de despedida, particularmente el “Venga cuando quiera” que le indicó el rector Andrés Prado. Al fin y al cabo, el Instituto San Martín construye una familia con sencillos gestos de cercanía, reconocimiento y valoración de cada uno de sus integrantes.

¿QUÉ MÁS QUIERES?

“Me voy con el corazón llenito. La despedida del viernes a pesar que fue mucho - ríe- lo disfruté, lo lloré. Lo sigo disfrutando. Cuando me encuentro en la calle y alguien te saluda, cuando un niño te abraza… Cuando lograste eso, ¿qué más quieres? Estoy disfrutando la vida y el amor”.

Nos despedimos de María Verónica Moreno Moreno. Nuestra “tía Verito”. Hemos compartido parte de una extensa conversación que ha tocado fibras íntimas y experiencias de una educadora que deja el San Martín.

Queda en el trasfondo la renovada evidencia que ella sembró semillas que ya dan y seguirán dando buenos frutos ratificando la presencia de educadores y educadoras que día a día entregan lo mejor de sí beneficiando a los niños, niñas y jóvenes que atienden.

 

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