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IN MEMORIAM. Profesor Nelson A. Cabrera Hernández
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
12 Diciembre 2020
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Olivar Bajo, 31 de mayo, 1943 - Curicó, 30 de octubre, 2020
Se marchó en paz, con la compañía y cuidados de sus seres más queridos. Fue una prolongada dolencia que derivó en complicaciones la que finalmente doblegó al hombre fuerte que superaba en estatura el metro ochenta, de voz profunda, timbre distintivo y notoria inteligencia. Muchos recuerdan que estando delicado de salud preguntaban ¿Cómo estás Cabrera? Respondiendo siempre animosamente, “¡Más sano que yo, ninguno!”.
Recordamos de esta manera algunos pasajes de la vida del profesor NELSON ALFREDO CABRERA HERNÁNDEZ, destacado profesor, educador de generaciones de hoy ex alumnos del Instituto San Martín. Profesores y familias pudimos conocer el particular sello del maestro de matemática que exigía a sus estudiantes con firmeza y a la vez guiaba y aconsejaba con paternal ternura preocupándose que estos aprendieran. Un modo de ser permanente que fue reconocido a través de sus 42 años dedicados al servicio de la educación Marista.

Oriundo del valle del Cachapoal, específicamente de Olivar Bajo, comuna próxima a Rancagua. Zona rural, de frutos prodigiosos de la tierra donde los olivos, manzanos y ciruelos fueron parte de su entorno natural de niñez. La familia de su padre, Juan, era de Tutuquén y su madre, Rosario y abuelos eran naturales de Andalucía, España. Tuvieron una prole de seis hijos donde los dos mayores fallecieron siendo muy niños.

De los cuatro hermanos que quedaban, Nelson era el menor de los tres hombres y la cuarta es su hermana, siete años menor que él. A muy corta edad su familia decidió mudarse a los Niches, muy cerca de Curicó. Sus estudios de primaria los hizo en un internado de religiosos.

PRIMEROS AÑOS.

Más tarde la Familia Cabrera - Hernández se radicaría definitivamente en Curicó. Su mamá, dedicó su tiempo al cuidado de los hijos e hija dedicándose a las labores domésticas, mientras su papá laboraba para la Dirección de Vialidad en Curicó y zona costera. Uno de los rasgos de la personalidad de Nelson fue su carácter pacificador y dialogante al momento de surgir algún inconveniente y una extraordinaria habilidad matemática que demostró desde pequeño.

Su adolescencia la vivió como estudiante del Liceo de Hombres de Curicó, que desde 2009 pasó a ser el liceo Mixto Luis Cruz Martínez. Anecdóticamente se recuerda que vivía a media cuadra del liceo, en calle Membrillar. Los juveniles recuerdos de la época lo veían llegando siempre atrasado a clases. Muchas veces para acortar distancia y el crono lo hacía saltando más de alguna reja del liceo para llegar a tiempo. Otra anécdota que hoy es motivo de risas era su costumbre de firmar sus “falsificativos” imitando muy bien la firma de su mamá, hasta que lo descubrieron. Con sus ex compañeros, exalumnos liceanos mantuvieron la tradición de reunirse año tras año.

Fue en esos años de estudiante liceano cuando conoció a María Eugenia a quien cariñosamente llamaba “Quena” o “Quenita” y con quien pololeó por unos ocho años. Contrajeron nupcias el 16 de febrero de 1965, conformando un sólido matrimonio donde nacieron Juan Pablo, Aldo Patricio y Carolina Eugenia que les regalaron la dicha de disfrutar 12 nietos. El “Tata” y la “Yaya” han sido fuentes de unión familiar permanente que aún les cuesta asumir que su Tata Nelson no está presente.

PASOS EN EDUCACIÓN.

Una muy querida abuela suya solía aconsejar a Nelson: “hijo, estudie para profesor porque es una muy buena carrera”. Tal como se lo aconsejaron se formó como educador aunque sin título en un comienzo. Lo hizo tempranamente cuando apenas frisaba los 17 años en la escuela San Antonio, también en los Pretiles y en Los Alisos. Cada vez se convencía que le gustaba enseñar. Sus estudios le encaminaron a la “Escuela Normal José Abelardo Núñez” de Santiago donde se tituló como profesor normalista en 1973. Enseñó entre otros, en el liceo nocturno, la escuela F4 actual escuela Cataluña y en el Centro de Formación Técnica Massachusetts.

Su inquieta personalidad, abierta inteligencia y aspiraciones vocacionales le tenían reservado un camino diferente. Le hubiese gustado estudiar ingeniería pero las condiciones económicas de su familia en la época y con tantos hermanos lo hicieron imposible. Después se tituló de topógrafo y contador público. Sempiterno estudioso de diversos temas, nunca dejó de instruirse, hasta sus últimos días. Cursó exitosamente programas de Magíster, diplomados y un largo etcétera de cursos de perfeccionamiento.

Un día de marzo de 1968 comenzó a trabajar en el Instituto San Martín donde estuvo por 42 años. “Adoraba su colegio e igualmente a sus alumnos” evoca su esposa. La mano guiadora del hermano Eusebio -hoy en España- estuvo muy presente en esa etapa de la vida. Recuerda su viuda que el hermano les visitaba frecuentemente e inclusive les ayudaba a podar sus rosales. Hay que señalar que la Sra. María Eugenia, Quena, fue una de las mamás pioneras que formaron el casino del colegio además de participar activamente como deportista de voleibol femenino mamás del instituto.

Otra estirpe, otra escuela se suele escuchar hoy: Nelson tenía un alto sentido de la responsabilidad en su trabajo, en su hogar y temas que emprendía, sólo una vez en su vida laboral debió pedir una licencia médica por un infortunado accidente.

Lo conocimos en los años en que la ley aún permitía fumar. Fue un fumador empedernido. Muchos ríen recordando que se escondía en los baños a disfrutar de su cigarro. No obstante, hace exactos diez años que había abandonado el tabaco.

En el colegio cumplió distintas labores, profesor de matemáticas, tutor, orientador, coordinador del ciclo de enseñanza básica. Hasta efusivos aplausos recibió como actor teatral en diversas obras dramáticas presentadas en el Instituto San Martín. Recorrer la enorme galería fotográfica que guardaba es su sala de estudio es encontrarse con sus cursos donde los nombres de sus estudiantes quedaron registrados con delicada caligrafía de su puño y letra.

El año 2008 al cumplir 41 años de servicio en el instituto Marista de la ciudad se escribió sobre él:

“A través de la vida de nuestro colegio hemos visto expresar y testimoniar la profunda vocación de maestro, el servicio y la entrega que nuestro profesor Nelson Cabrera Hernández ha dado al Instituto durante 41 años. No ha sido un lujo de elegido, ni un sueño de poeta. Ha llevado dentro de sí encendida una estrella, que no ha dudado en compartirla con nosotros, con sus alumnos y sus familias durante todo este tiempo”.

Organizado y muy trabajador. Siendo profesor jamás en su vida llevó una prueba para corregir en la casa. Su hogar y sus hijos eran sagrados y se dedicó exclusivamente a ellos. Cada sábado y domingo eran días destinados para pasear o estar todos juntos.

HOMBRE DE FE

Fue un hombre de profunda fe, con los naturales quiebres y cuestionamientos que deparan las vicisitudes de la vida. Muy cercano a la Parroquia Jesús Obrero, estuvo atento junto a los vecinos de su hogar para arreglar la plaza y esperar cada año la peregrinación de la Virgen, imagen que muchas veces quedó bajo custodia en su hogar. Otro ritual de años fue preparar junto a manos colaboradoras una extensa mesa en esa plaza para entregar más de 50 desayunos de leche con chocolate a quien se acercara al lugar.

Muy proclive a trabajar codo a codo con los vecinos de su entorno habitacional. Era habitual unirse para preparar canastas familiares para ayudar a quien lo requiriera. “Además de esas canastas, Nelson y María Eugenia preparaban junto a sus hijos otra canasta para ser donada a alguna familia necesitada”, recuerdan sus cercanos.

Todo se retribuyó en un simbólico gesto al celebrarse la primera misa del Mes de María de este año 2020 que se realizó en la plaza que tanto ayudó con otras manos trabajadoras a levantar. La comunidad de vecinos del sector sur-poniente de Curicó se volvió a reunir en su recuerdo.

NELSON MOTOQUERO

Fue un amante de la velocidad que gustó de muy joven su gran pasión por el motociclismo. Su esposa “Quenita” recuerda que estaban pololeando y partieron en moto a la playa. Camino sinuoso y ripiado en aquel tiempo que desestabilizó el motociclo pasado Rauco cayendo ambos estrepitosamente. Nelson antes de ver a su polola se paró rápidamente a ver cómo había quedado su moto, recuerda sonriente Quenita.

Hasta el presente salía en prolongados paseos en moto con Eduardo Ignacio, uno de sus nietos de 21 años. Disfrutaba también su cuatrimoto que mantenía en su casa de veraneo. Cada vez que podía se escabullía del tráfago citadino Curicano para acudir junto a su familia a su casa en la playa y recorrer decenas de kilómetros de costa y dunas de Lipimavida. Otro de sus pasatiempos de playa era la pesca que solía realizar con amigos de infancia que perduraron a través del paso del tiempo. Los lugareños le conocían como el “Cacique” porque muchos años atrás fue uno de los pioneros que llegó a construir su casa en esos parajes costeros. Amaba ese lugar y anhelaba quedarse a vivir allá.

LA PARTIDA

Ya en su lecho, calmo y tranquilo, con sus ojos cerrados, Nelson se resistía a entregarse a los derroteros del final de esta etapa que llamamos vida. María Eugenia, su esposa, nos relata emocionada que se acercó a su oído y le dijo. “Mira viejito, voy a ser valiente y voy a superar esto, ¡Vuela alto Nelson!”, mientras hacía el ademán elevando sus manos a lo alto. Nuestro apreciado Nelson, abrió allí sus ojos para contemplar por última vez el rostro de su amada, y partió. Sencillamente “esperó que yo le dijera eso”, dice Quenita. No quería partir y abandonar a su amada compañera de tantos años.

Vivir y compartir por más de cuarenta años en un barrio donde las personas se saludan, se conocen con nombre y apellido es un gran valor en el presente. Al natural sentimiento de pérdida de su esposa, hijos y nietos estuvo también el sentimiento de sus vecinos que le acompañaron para despedirle con albos pañuelos en alto como un signo de “seguimos contigo en este postrer viaje”. El vehículo fúnebre antes de partir al campo santo recorrió por última vez la plaza que él diseñó y levantó con los vecinos. Su esposa Quenita dice que aún no lleva nombre. “Creo que deberían ponerle plaza del esfuerzo por todo lo que hicieron durante largos años junto a Nelson vecinos anónimos, varios ya fallecidos”.

Al cerrar estos párrafos con algunos momentos de la vida de Nelson, una gran persona, un gran educador y excelso maestro citamos con justicia las siguientes líneas:

"Su vocación no ha sido un capricho pasajero, ni tampoco un afán de notoriedad, muy por el contrario ha demostrado las virtudes propias de todo Marista: modestia, sencillez y humildad brindándose por completo a los llamados escuchados desde su interior desde hace ya tantos años. Nelson, deseamos para ti dicha y felicidad en este nuevo caminar, siempre serás parte del Instituto y siempre te llevaremos en nuestro corazón”.

Que los acogedores brazos de la Buena Madre de los Maristas te acunen por siempre querido profesor y Maestro, Nelson Alfredo Cabrera Hernández.
 

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