Facilitar la comprensión del paso secuenciado del tiempo, mediante el desarrollo de rutinas y horarios estables, tanto en casa como en el colegio, pero también mediante la explicación del cambio de las estaciones, la utilización frecuente de calendarios y la correcta conjugación de los tiempos verbales.

Familiarizarnos con el uso de instrumentos de medición del tiempo; en el caso de los relojes es preferible comenzar por relojes visuales como los de mecha, los de agua (clepsidras), los de sol o los de manecillas, en vez de los digitales, que son más abstractos.

Descubrir progresivamente las nociones de tiempo histórico partiendo de la experiencia cercana, como la historia personal a través de imágenes, líneas temporales de lo que se hizo en vacaciones de verano, árboles genealógicos de la familia, etc.

Otro objetivo será ayudar a los niños y adolescentes a aplicar el conocimiento y manejo del tiempo a la propia realidad.

Es necesario que los niños y adolescentes tomen conciencia de que en la vida existen plazos y límites para cada actividad. Y que hay que ser puntual y ordenado. Conviene que haya un poco de tiempo para todo, pero para ello es necesario regularlo: el descanso y las comidas deben adecuarse a las necesidades de la edad, el horario de permanencia en el colegio no debe pasar del habitual y el de las actividades extraescolares no debe sobrecargarse.

Además, planificar el tiempo de estudio para que cunda bien y permita completar los deberes sin quitar espacio al juego, a la lectura, a la televisión o el computador. Evitar solapamientos; en lugar de tener encendida la TV durante toda la tarde, apagarla cuando hayan terminado los dibujos animados y pasar a hacer otra cosa; alternar los ratos de juego solo y en grupo, diferenciar los momentos de autonomía y los de compartir en familia.

En definitiva, estar más tiempo los papás con sus hijos y a la vez animarles a organizarse su propio tiempo con responsabilidad.

En: Contacto marista.
Diario La Prensa de Curicó
(domingo 1 de mayo 2016)