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Escuela para Padres: Mamá ¿Puedo pensar?
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
24 Julio 2015
Leido 570 veces
Relación con los hijos: búsqueda de equilibrio entre los límites paternos y los deseos de los hijos
Los adolescentes se preguntan si es posible tener un pensamiento propio, opinar en la casa, emitir un juicio o decidir cosas tan personales como la ropa que desean ponerse.
Si cuando niños ya se oponían con relativa fuerza a la imposición de gustos, ahora necesitan hacerlo para contar con un espacio propio que les dé una identidad personal. Desearán tener permisos, la pieza ordenada a su pinta, su propia moda, su modo de pensar.

Quieren ser respetados y escuchados. Necesariamente no conseguirán todo lo que desean, pero, al menos, querrán la oportunidad de negociar una solución.

Las quejas de los jóvenes son bastantes comunes y no hay mucha originalidad en ellas. Como tampoco es original que los padres pretendan seguir pensando por sus hijos.

¿Puedo Pensar?

Si hay algo difícil para ellos es crecer junto con sus adolescentes y tratarlos de acuerdo a la edad que van teniendo. Es cierto que, al comienzo, los adultos deciden qué les conviene y les moldean sus preferencias y planteamientos, hasta un punto en que parecen saber, sin preguntar, algo tan simple como la talla y aspecto de lo que necesitan. Como si los hijos no pudieran tener un gusto diferente. Recuerdo a un muchacho cuya madre le compró un par de zapatos suponiendo un determinado número, pero como había crecido, le quedaron chicos. La madre, disgustada ante su reclamo, le dijo que ella por ser “su madre” sabía perfectamente qué comprarle, porque siempre lo había hecho de ese modo. El, sorprendido, no le respondió, pero después, me hizo la siguiente pregunta: “A los catorce años, ¿puedo pensar?”.

Es necesario que los padres vayan desarrollando en forma progresiva en sus hijos la capacidad de decisión y confianza para hablar de aquello que los preocupa; esto independientemente de la edad que tengan.

Deseos y límites.

Muchas veces los papás se angustian porque los adolescentes no parecen tener claro lo que desean en la vida; porque son reservados, dependientes, tímidos o con poca iniciativa. Si se observan sus desarrollos, muchas veces queda en evidencia la ausencia de espacios de comunicación para ser escuchados, para apoyarlos en sus decisiones.

Por supuesto que no todos sus deseos pueden ser satisfechos; es necesario aclararles que en la vida existen límites. Pero sí deben sentir que tienen el derecho a ser escuchados en sus fundamentos, en sus opiniones; deben saber que pueden lograr una negociación, si ello no implica pasar por alta los principios y valores que el núcleo familiar considera esenciales.

La relación con los hijos es una permanente búsqueda de equilibrio entre los límites de los padres y los deseos personales de sus hijos.

Artículo escrito por: Juan Enrique Sepúlveda (siquiatra infanto-juvenil).
Fotografía y complilación: Prof. Francisco Contreras R.



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