Cultivemos con esmero la virtud cívica de la tolerancia
1. Casi siempre el escritor no sabe para quién escribe, ni para qué vale lo que escribe. Casi nunca se valora su esfuerzo. Y es que la utilidad para los demás es “muy larga” y el oficio de escribir, muy modesto, poco rentable y pocas veces entendido.
2. La vida tiene dos caras, como una moneda. Alegrías y tristezas. Éxitos y fracasos. Días buenos y días malos. Verano e invierno. Bodas y funerales. Demasiados enigmas. Realmente la ceremonia tiene muchas confusiones.
3. Las personas sencillas, como los grandes personajes, tienen historias propias, personales e intransferibles. Para entenderlas hay que creer en el amor. Y para creer en el amor hay que tener un alma grande,
4. “Los hombres ricos y poderosos se olvidan con mayor rapidez de la muerte de su padre que de la pérdida de su patrimonio”. Es una máxima de Maquiavelo. Y es que “siempre las glorias hacen olvidar las memorias”. “Donde se pierde el interés, se pierde la memoria”. Es la vida.
5. “Respeto su opinión, pero no la comparto” es la expresión de muchos políticos y de bastantes malabaristas de la mentira. Ya lo dijo Pío Baroja: “La vida social y política no puede estar basada en la verdad”. Y a los que no aman la verdad “ni los respeto, ni los comparto”. ¡Ay, Señor! ¡Lo que hay que oír!
6. Siempre un ser humano, al asomarse al amargo barandal de la vejez, busca con ansia la raíz de niño. Siempre regresa a los remotos e inocentes lares de sus primeros pasos. “Siempre los recuerdos tienen más poesía que las esperanzas”. Siempre ser niño es un amor que se ha hecho visible.
7. Nuestro mundo está necesitado de la actitud social y política que se llama tolerancia. Es una palabra mágica: acogida, respeto, talante abierto, simpatía. En el hogar, en la escuela, en la calle, se dan excesivas crispaciones. Y sólo la tolerancia lleva en su seno lo mejor de cada hombre.
Ser tolerante significa saber respetar todas las actitudes, las ideas y programas que intentan construir el bien común. La tolerancia es una actitud cívica muy importante que en una sociedad democrática se hace cada vez más necesaria.
La tolerancia, correctamente entendida, es un signo de madurez, y el diálogo, el respeto mutuo y la convivencia civilizada y en paz son sus principales frutos.
La tolerancia quiere la paz fundamentada sobre la justicia, la verdad y la libertad. La tolerancia está siempre abierta al cambio.
Estimados lectores: Cultivemos con esmero la virtud cívica de la tolerancia.
En Contacto Marista (26/7/15) del Diario La Prensa de Curicó.
También en las ediciones de los tabloides El Rancagüino y El Andino.