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AMENAZADO DE RESURRECCIÓN
Por
Angel Gutiérrez G.
Publicado:
12 Abril 2015
Leido 452 veces
La Resurrección de Cristo exige la nuestra
Hoy, segundo domingo de Pascua, deseo compartir con ustedes amigos lectores algo que, al leerlo detenidamente, me llamó poderosamente la atención, me invitó a la reflexión profunda y me enriqueció.
He aquí el testimonio de un periodista guatemalteco amenazado de muerte:

“Dicen que estoy, “amenazado de muerte”. Tal vez, sea ello lo que fuere, estoy tranquilo, porque si me matan, no me quitarán la vida. Me la llevaré conmigo, colgando sobre mi hombro, como un morral de pastor.

A quién se mata se le puede quitar todo previamente, tal como se usa hoy, dicen: los dedos de las manos, la lengua, la cabeza. Se le puede quemar el cuerpo con cigarrillos, se le puede aserrar, partir, destrozar, hacer picadillo. Todo se le puede hacer, y quienes me lean se conmoverán profundamente con razón.

Yo no me conmuevo gran cosa, dice el periodista, porque desde niño alguien sopló a mis oidos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación a la eternidad.

“No temáis a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida”. La vida, la verdadera vida, se ha fortalecido en mí cuando aprendí a leer el Evangelio: el proceso de la resurrección comienza con la primera arruga que nos sale en la cara; con la primera mancha de vejez que aparece en nuestras manos; con la primera cana que sorprendemos en nuestra cabeza un día cualquiera peinándonos; con el primer suspiro de nostalgia por un mundo que se deslíe y se aleja, de pronto, frente a nuestros ojos.

 Así empieza la resurrección. Así empieza, eso no tan cierto que algunos llaman “la otra vida”, pero que en realidad no es la “otra vida”; sino la vida “otra”…

 Dicen que estoy amenazado de muerte. ¿Y qué? Si así fuere, los perdono anticipadamente.

 Que estoy amenazado de muerte. Hay en la advertencia un error conceptual. Ni yo ni nadie están amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de amor.

 Estamos equivocados. Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos “amenazados de resurrección” porque además del Camino y de la Verdad, ÉL ES LA VIDA.

 El mensaje de resurrección revela algo completamente inesperado: A pesar de las apariencias, este crucificado tenía razón. Era el Hijo de Dios y ya no hay quien detenga el avance del Reino.

 La Resurrección de Cristo exige la nuestra. Así, pues, ahora podemos, como Jesús de Nazareth, vivir sin miedo a morir sin perder la vida: “Somos el cuerpo de aquella Cabeza en la que se ha realizado ya el objeto de nuestra esperanza”.

En: Diario La Prensa de Curicó (12 abril 2015)



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