CONFIAD, RECURRID...

En el Instituto San Martín, dicha actividad religiosa comenzó –como tradicionalmente se ha hecho- el lunes 9 de noviembre transformando el momento en una experiencia comunitaria que reunirá durante dos veces por semana a los maristas en el patio central del prestigioso centro educativo.

El rector del instituto, Jaime Inostroza Marín, recordó que “a lo largo de nuestra historia marista, María ha acompañado el itinerario de seguimiento de los hermanos y laicos. Quería el padre Champagnat que nuestra vida entera y todo nuestro apostolado llevase un sello mariano que lo identifique. De allí que la devoción a María fuese el carácter distintivo de la congregación y de cada uno de sus miembros.”

Al respecto, el rector Inostroza manifestó que “el padre Champagnat nos la entregó como el recurso a quien acudir a diario y siempre nos la presentó asociada a Jesús, por eso cobra más fuerza nuestra confianza en ella, en todo momento, en nuestros proyectos.” Luego, la autoridad colegial invitó “especialmente a los jóvenes que van a egresar a confiarse en María, a confiar su proyecto personal, su proyecto vital.”

Cada curso cuenta con el rezo diario a seguir en el inicio de clases durante la primera hora de la mañana, instancia de reflexión a la que están invitados los estudiantes y educadores para resaltar la maternal y amorosa figura que han abrazado los hermanitos de María.

Cada una de las cuatro semanas tiene un gesto o un signo que hay que ir construyendo todos los días, es un camino de aprendizaje al que María invita para hacer realidad durante cada jornada.

ORACIÓN INICIAL

¡Oh María!, durante el bello mes que te está consagrado todo resuena con tu nombre y alabanza.
Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor,
desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.
Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas.
Más, ¡Oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes;
hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan.
Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos,
y la más bella corona que pueden depositar a sus pies es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones.
Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria,
¡oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos,
deseos y miradas, aún la sombra misma del mal.
La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos.
Nos amaremos pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres,
viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida,
y con tu auxilio llegaremos a ser puros humildes, caritativos, pacientes y resignados.
¡Oh María!, has producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes.
Que ellas broten, florezcan y den al fin fruto de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres.

Amén


Texto y fotos : Profesor Francisco Contreras Robles