"La muerte forma parte de la existencia humana..."
Hoy todos iremos al cementerio a visitar y a orar por nuestros queridos difuntos. Aceptar nuestra muerte, será el último acto de obediencia que haremos a nuestro Padre Dios.
La muerte forma parte de la existencia humana, pero cada vez se la aparta más de la propia vida. Por eso la muerte se convierte en una realidad desgarradora, especialmente para los jóvenes que no la conciben como una realidad ineludible, tanto por la sensación de impotencia que genera, como por el hecho de verle la cara y asumir la certeza de su propia extinción.
Marie de Hennzel, psicóloga y autora de “La muerte íntima”, lleva más de veinte años ayudando a decenas de enfermos terminales a afrontar la muerte. A fuerza de encararse con ella ha aprendido a valorar lo que de bueno tiene. Recojo algunas de sus opiniones:
• La muerte es tan importante porque es el espejo de la vida. Sólo se vive con plenitud si se es consciente de que se va a morir. Todos sabemos que vamos a morir pero, sin embargo, preferimos no planteárnoslo. Posponemos el enfrentamiento a la muerte hasta el último momento, cuando ya es tarde. Y no debería ser así. Aceptar la muerte ayuda a vivir mejor esta vida.
• No me gustaría que alguien inventara una pastilla o algún otro artilugio que nos hiciera inmortales. Sería horrible. Si la vida tiene valor es, precisamente, porque existe la muerte.
• No echo de menos a los seres queridos que se han ido. Siguen estando ahí, siguen acompañándome, dentro de mí.
• Afrontar la muerte supone indagar en uno mismo, encarar e intentar dar respuesta a las preguntas que el ser humano se ha hecho desde siempre: ¿Quiénes somos? ¿Qué sentido tiene la vida, de dónde venimos a dónde vamos…? Es un proceso interno que no concluye nunca, y que se inicia cuando uno acepta que su vida tendrá un fin. Cuando se toma conciencia de que somos mortales, se desencadena un proceso interno en el que salen a flote los valores que todos llevamos dentro, aunque la mayoría los esconde en las profundidades de su ser.
• Nos resistimos a encarar ese proceso porque en nuestra cultura, la muerte es un tema tabú. Algo de lo que no se habla, en lo que no se piensa. Aunque no siempre fue así. La percepción de la muerte, ha cambiado, fundamentalmente, por la ciencia. El avance tecnológico ha desterrado de nuestras vidas la espiritualidad. Vivimos en un mundo en el que prima la individualidad, lo inmediato. Es una sociedad consumista que concibe la muerte como un fracaso.
• El culto a lo joven ha influido en gran medida en ese concepto. La publicidad, la moda, el cine, transmiten la idea de que sólo vale lo bello, lo perfecto; que hay que cuidar el cuerpo, no el espíritu. Y margina a los moribundos, a los ancianos, a los discapacitados, a las personas con taras o defectos físicos. Pero, según mi experiencia, dice Marie de Hennezel, es en esos colectivos donde existe mayor humanidad.
• Todos nosotros pensamos que hay vida después de la muerte, que algo de nosotros sobrevive. Unos lo llaman espíritu, otros alma.
• ¿Cómo viven los jóvenes esta realidad? ¿Cómo afrontarla para que les ayude a mantener una actitud sana ante la vida de modo que les enseñe a vivir más y mejor? He aquí nuestro reto y nuestra tarea.
En: Contacto Marista.
Diario la Prensa de Curicó (1/noviembre/2015)