La vocación, apreciados lectores, es un llamado hecho por Dios a realizar una misión desde un modo de vida.
Hay infinidad de modos de vida: ser padre o madre de familia, sacerdote, misionero(a), religioso(a), laico comprometido, profesional, obrero, etc.

Hoy, más que nunca, necesitamos vocaciones que sirvan al pueblo de Dios, necesitamos sacerdotes que con sus gestos traten de reeditar la figura tierna y enérgica de Jesús de Nazaret. Necesitamos religiosos y religiosas contagiosamente alegres de mostrar a Dios y que amen entrañablemente a sus hermanos. Necesitamos hombres y mujeres que puedan decir a tantos entristecidos que Dios los ama y que a Dios le encanta perdonarlos y acogerlos.

Necesitamos hombres como San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, que decía: “No puedo ver a un niño sin decirle con todo mi corazón: Dios te ama entrañablemente”.
En los últimos años se ha acentuado la crisis vocacional en las congregaciones religiosas y en el clero secular.

Dios sigue llamando al apostolado: Pero faltan corazones jóvenes que respondan valientemente. Son pocos los jóvenes cristianos que oyen la voz de Cristo que grita desde el fondo de tantas almas vacías de Dios. Es triste y doloroso sufrir por años el oprobio de la estirilidad. Pero no debemos perder la esperanza en el Señor.

¿Qué hemos hecho o estamos haciendo para que en nuestras familias y colegios de Iglesia nazcan buenas y numerosas vocaciones?
En una época en que tanto se habla de servicio me llama profundamente la atención que escaseen las vocaciones de servicio.

Dicha situación nos está acusando a todos. No hemos construido una sociedad en la que de hecho, se viva para servir y entregarse al bien de los demás, como lo hicieron los cuatro Hermanos Maristas, mártires en el Zaire, Fernando de la Fuente(Chile), Miguel Ángel Isla, Servando Mayor y Julio Rodríguez (31 de octubre de 1996). ¡Qué ejemplo de amor y de servicio, de felicidad a su vocación nos han dado. “Amaron hasta el final”.

Hoy más que nunca, “necesitamos Hermanos junto a los niños y jóvenes compartiendo su amistad. Necesitamos Hermanos, los más pobres nos esperan”.

Pidamos con fe, al dueño de la mies, que envíe a su Iglesia numerosas y santas vocaciones que sigan anunciando a Jesús resucitado.