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EAM: Tiempo de poda
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
30 Agosto 2013
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Tiempo de poda, de trasplantar; ejes temáticos a través de los cuales fluyó el segundo encuentro de Espiritualidad Apostólica Marista del personal del Instituto San Martín de Curicó.
Una oportunidad de reencuentro con las diversas comunidades que se han ido formando a través de los años en las que educadores, administrativos y auxiliares comparten espacios de reflexión, de crecimiento personal y comunitario, de profundización espiritual.

Una singular jornada  que rompe los cánones y esquemas tradicionales del día laboral para penetrar con mensajes diferentes el sentir y el actuar de las personas que día tras día vitalizan el quehacer del instituto marista de la séptima región.

Una cordial bienvenida del rector Jaime Inostroza Marín manteniendo la presencia de la oración y recuerdo por nuestros estudiantes, familias, educadores enfermos fue el exordio de la actividad preparada por la pastoral colegial.

Testimonios de vida, cercanos y fidedignos nos hablaron de trasplantar y podar – al igual que las plantas y árboles – aquellas ramas o brotes de nuestra vida; condición necesaria para seguir adelante en la vida. Matices y reflexiones compartidas por el Hermano José Luis o el Profesor Eduardo Klein, entre otros, fueron cálidamente acogidos. “Siempre que vamos hacia adelante en la vida, dejamos algo atrás que ha estado ligado a cada uno de otros; y si no sabemos desprendernos de ello, no sabemos caminar por la vida”, nos recordaba el Hermano José Luis.

Por lo tanto, la poda es ir cortando poco a poco esos lazos que nos atan a un pasado, como las ramas secas de un árbol que al no ser sacadas no dejarán crecer y florecer a otras nuevas y vitales ramas o cepas.

Hay diferentes tipos de podas; las primeras podas de la vida son las “formativas”, especialmente en la niñez, que modelan los hábitos, las virtudes, las costumbres, las responsabilidades.

Otro tipo de poda de la vida es por “muerte o enfermedad”, que son dolorosas. Ellas siempre golpean a nuestra puerta y nos dejan siempre cercenada alguna parte de nuestro ser porque cuando se va un ser querido, algo queda mutilado en tu existencia y debes tener claridad para lograr comprender y aceptar esa parte de tu vida que ha quedado herida.

También hay que podar aquellos brotes, que en jardinería llamamos “chupones”, es decir, cualquier nuevo brote indeseado que crece con mucho más brío que los demás y del que se supone va a quitar vigor al resto. Muchas veces los tenemos y no queremos quitarlos porque son los ramajes que tienen más verdor o muestran mayor cantidad de hojas por ese aparente vigor: son las habitaciones oscuras que tenemos y que no permiten que Dios ingrese en ellos; nuestros vicios o nuestros excesos.

Otra poda es la “radical” y que nos lleva a sacar de nosotros a aquellas ramas con sus frutos, cortar las ramas que han sido importantes por muchos años y dejar espacio para las nuevas que vienen, mejores y con mayor fortaleza. Este tipo de poda es difícil de realizar porque se trata de echar abajo a una rama buena: perder un cargo, perder poder, perder autoridad, perder fuerza con el paso de los años (ya sabemos que no es lo mismo tener veinte que… sesenta).

Podar, trasplantar… tiempo de transmutarse en un nuevo ser que ha sido capaz de “podar” y sacar lo malo de cada uno de nosotros y permitirnos nacer y crecer en uno nuevo.

Una invitación en la que esta segunda jornada de Espiritualidad Apostólica Marista nos acerca para compartir el carisma y avanzar todos juntos hacia un mismo sueño, hacia una nueva primavera: para solazarnos en una verdadera comunidad.
















Texto y fotografía:
Profesor Francisco Contreras Robles
 

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