<strong>El jueves, 6 de junio, los Maristas celebramos solemnemente el 173 aniversario de la Pascua de nuestro Padre y Fundador, San Marcelino Champagnat.</strong>
Marcelino, como todos los santos, fue un hombre de Dios. Supo ponerse en las manos de Dios y mirar la realidad con los ojos de Dios. Esto le permitió comprender profundamente al hombre y percibir con acierto las diversas carencias de su tiempo y darles la respuesta adecuada y duradera.
La llamada al sacerdocio lo desconcierta, porque no se siente digno y el camino le parece difícil, ya que ni siquiera sabe leer. Pero una vez que percibe que Dios lo llama, no habrá obstáculos que resistan a su deseo de hacer las voluntad de Dios:
“Seré sacerdote, puesto que Dios lo quiere”.
Ya sacerdote y destinado a La Valla, su celo por la gloria de Dios lo lleva a desvivirse por sus feligreses, y no quedará rincón de su extensa y montañosa parroquia sin el consuelo de su palabra y el auxilio de los sacramentos.
En las numerosas y grandes dificultades que le acarreó la fundación de la Congregación de los Hermanitos de María, se confiaba sin límites en la Santísima Virgen, a quien llamaba su “Recurso Ordinario”.
Cuando se ve obligado a ampliar la casa porque no caben los postulantes en La Valla, se lanza a un gran proyecto de construcción, aunque no tiene recursos, seguro de que Dios y María quieren su obra, y confiado en que conseguirá los recursos cuando los necesite. Y así construyó la casa de Nuestra Señora de “L’Hermitage”.
Cuando en la revolución de 1830 las Congregaciones envían a sus novicios a sus casas, Marcelino pide permiso al obispo para permitir nuevas Profesiones, y la única medida que toma es redoblar la oración y la confianza en Dios y en María, la “Buena Madre”.
Cuando fallece el 6 de junio de 1840, la paz y el gozo de los Santos luce en su rostro demacrado por el cáncer, mientras pronuncia sus últimas palabras:
“qué consolador resulta morir bajo el amparo de María”.
Este hombre sencillo y humilde con el fino sentido de Dios y los hombres, vive y enseña a vivir a sus seguidores.
Hoy, Marcelino Champagnat que fue canonizado el 18 de abril de 1999, sigue siendo un hombre de Dios para la Iglesia y para el mundo.
Como miembros de la Familia Marista vivamos nuestro cristianismo al estilo de Champagnat. Con fervor y fe acudamos a él e invoquémosle diciendo:
SAN MARCELINO CHAMPAGNAT,
ruega por nosotros y por nuestras familias.