Miguel de Cos González llegó a Chile a la tempranísima edad de 12 años, y aquí realiza sus primeros años de formación hacia la vocación marista, en las casas de Las Hornillas y en Lo Lillo, en Santiago.

Inició su obra de educador en el Instituto Chacabuco de Los Andes, en 1935, volviendo posteriormente en dos oportunidades. Desempeñó también su tarea educativa en la ciudad de Constitución, en 1937, en la Casa de Formación, en 1938 y 39, en el Colegio Diego Echeverría entre 1940 y 1941, en el Instituto San Fernando, en los años 1947, 48 y 53. Y en el Instituto San Martín de Curicó, en los últimos 48 años.

Sus misiones educativas han estado dedicadas principalmente en impartir clases de religión e inglés, al apostolado de la presencia educativa y a la atención de secretaría y archivo colegial.

Algún rasgo de su exquisita personalidad humana nos asombraba: su sencillez, su transparencia, su mirada hacia el sentido positivo de la vida, su saludo, amabilidad y bondad.

De su alma de apóstol e incansable educador, valoramos sus muchos años educando decenas de promociones en Curicó. Su sensibilidad y aprecio hacia los niños y jóvenes, su servicio fiel, su trabajo metódico, profundo y digno de maestro. Cuando ya sus años no le permitían hacer clase, se seguió dedicando a un servicio callado, alegre y constante en la capilla, la sacristía, la secretaría, la atención pastoral, los archivos... Siempre preocupado del orden y de los muchos datos históricos del Instituto San Martín.

Valoramos también el aporte sencillo, servicial, cariñoso, amable y delicado de Miguel en la comunidad. Daba gusta tratar con él: respetuoso, atento, respondía el teléfono, preparaba la acogida de quien llegaba a la casa, servía la mesa, ordenaba la loza... todos signos de finura humana y espiritual.

Como religioso, Miguel se alimentó de su amor a María, su eucaristía diaria, su oración cotidiana y sus diálogos personales con el Buen Dios. Relación que poco a poco le ayudó a parecerse un poco más a Jesús aún en su conciencia de la fragilidad humana.

La vida del Hermano Miguel se constituye como un tesoro para la vida de Curicó, de nuestro mundo y de la Iglesia. Ese ejemplo de vida fue el testimonio presente en la liturgia en su recuerdo en la capilla del Instituto San Martín celebrada el sábado 15 de junio pasado.

Texto: Pastoral ISM, Curicó.