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Escuela para padres: Valorar lo que se tiene y lo que se es
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
1 Octubre 2012
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Aunque algunos investigadores han intentado evaluar la felicidad y ponerle números, la mayoría de los autores concuerda en que la sensación de bienestar, que es lo más parecido a la felicidad, se basa en valorar lo que se es y lo que se tiene, y no vivir con la nostalgia de lo que no se tiene o de lo que no se logró.
Quizás lo más sabio es enseñarle a los niños a aprender a valorar lo que son y lograr que vivan cada día en plenitud, disfrutando lo que tienen y desarrollando una actitud de agradecimiento por lo recibido.

Ciertamente, la vida juega a veces malas pasadas, trae pérdidas difíciles de tolerar y hay logros que nos gustaría tener, pero que resultan imposibles. No se trata de negar los contratiempos y frustraciones, pero sí de aprender a tolerar esta frustración y de abrirse a la posibilidad de reconocer y valorar lo que sí se tiene y lo que se ha logrado. No se trata de no poner empeño en lograr lo que falta, pero sí de que ello no empañe la felicidad de lo que se tiene y se logra.

El gran escritor mexicano Héctor Aguilera Carmín, en su cuento “Tolimán”, hace decir a Federico, uno de sus personajes: “Según yo, el problema de la vida no es lo que eres, sino lo que quieres ser. No es lo que tienes, sino lo que pretendes tener. El déficit o superávit que hay entre una cosa y otra mide el índice de felicidad. Podría hacerse una fórmula matemática con eso. Un exitoso escritor de novelas policiales que quiere escribir literatura seria más infeliz que un mediocre escritor de novelas policiales que no quiere hacer otra cosa en la vida”.

Esta postura es coincidente con algunos teóricos de la autoestima, quienes plantean que las personas tienen una autoestima alta cuando su yo real coincide con su yo ideal, en tanto que tienen una baja autoestima cuando hay una discrepancia marcada entre el yo ideal y el yo real.

Para lograr que los niños no estén totalmente disconformes con lo que son y con lo que han logrado, la actitud de aceptación de los padres y los profesores es esencial. Aceptar lo que el niño es, valorar y legitimar sus logros, permitirá al niño aceptarse tal como es y reconocer sus fortalezas.

Podría pensarse que una actitud de aceptación conduciría a la pasividad, pero no es así, porque energiza al permitir al niño sentirse competente y capaz, así como disfrutar de lo que está haciendo.

Sí, por el contrario, el niño no acepta la realidad externa ni su propia realidad, con dificultad encontrará la energía para enfrentar el desafío de crecer y crear. Y, si lo logra, lo más posible es que sus logros se vean opacados por una sensación interna de que nunca es suficiente lo realizado. Quizás por ello, valorar lo que se es y lo que se tiene es una condición necesaria para el logro del bienestar emocional de los niños.

Vivir centrado en expectativas difíciles o imposibles de lograr desenergiza y genera desesperanza. Los sueños, que son un elemento esencial de la ilusión de vivir, es importante que no le resten valoración a lo que se tiene. Para no vivir como dice un epígrafe de Rubén Darío: “El pesar de no ser el que yo hubiera sido”.

Por Neva Milicic (sicóloga)
 

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