<strong>El miércoles, 6 de junio, los Maristas celebramos el 172 aniversario de la Pascua de nuestro Padre y Fundador, San Marcelino Champagnat.</strong>
Marcelino, como todos los santos, fue un hombre de Dios. Supo ponerse en las manos de Dios y mirar la realidad con los ojos de Dios. Esto le permitió comprender profundamente al hombre y percibir con acierto las diversas carencias de su tiempo y darles la respuesta adecuada y duradera.
La llamada al sacerdocio lo desconcierta, porque no se siente digno y el camino le parece difícil, ya que ni siquiera sabe leer. Pero una vez que percibe que Dios lo llama, no habrá obstáculos que resistan a su deseo de hacer la voluntad de Dios: “Seré sacerdote, puesto que Dios lo quiere”.
Ya sacerdote y destinado a La Valla, su celo por la gloria de Dios lo lleva a desvivirse por sus feligreses, y no quedará rincón de su extensa y montañosa parroquia sin el consuelo de su palabra y el auxilio de los sacramentos.
En las numerosas y grandes dificultades que le acarreó la fundación de la Congregación de los Hermanitos de María, se confiaba sin límites en la Santísima Virgen, a quien llamaba su “Recurso Ordinario”.
Cuando se ve obligado a ampliar la casa porque no caben los postulantes en La Valla, se lanza a un gran proyecto de construcción, aunque no tiene recursos, seguro de que Dios y María quieren su obra y confiado en que conseguirá los recursos cuando los necesite. Y así construyó la casa de Nuestra Señora de L’Hermitage.
Cuando la revolución de 1830 todas las Congregaciones envían a sus novicios a sus casas, Marcelino pide permiso al Obispo para permitir nuevas Profesiones, y la única medida que toma es redoblar la oración y la confianza en Dios y en María, la “Buena Madre”.
Cuando fallece el 6 de junio de 1840, la paz y el gozo de los santos luce en su rostro demacrado por el cáncer, mientras pronuncia sus últimas palabras: “Que consolador resulta morir bajo el amparo de María”.
Este hombre sencillo y humilde, con el fino sentido de Dios y los hombres, vive y enseña a vivir a sus seguidores. Hoy, Marcelino Champagnat que fue canonizado el 18 de abril de 1999, sigue siendo un hombre de Dios para la Iglesia y para el mundo.
Como miembros de la Familia Marista les invito a participar activamente en las diversas actividades, que la Comunidad Educativa del Instituto San Martín, en el Centenario, ha preparado para honrar a San Marcelino Champagnat.
Oportunamente se dará a conocer el Programa.