Un encuentro matinal más íntimo y personal inició el momento de la despedida de su colegio. Un momento ciertamente anhelado por muchos; sin embargo, también es el momento de las contradicciones.

Es el momento de comenzar a dejar de lado el nido que por muchos años les cobijó y amparó en las certezas y seguridades de espacios, recintos, voces, horarios y normas preestablecidas y conocidas.

Esta vez, comenzó el largo camino de las cálidas y afectuosas despedidas matizadas con el canto del himno del Instituto San Martín que se escuchaba en el patio de básica cantado al unísono y espontáneamente por centenares de menores.

Un enjambre de dulces rostros se apresuraban para entregar flores; apretones de mano y abrazos de parte de pequeños niños y niñas, de profesoras y profesores maristas que en largas filas formaban un acogedor corredor humano siendo la postal de dicho momento.

Más adelante, los padres y apoderados seguían igual ritual de emociones que se reflejaban en aquella sutil lágrima que se deslizaba por la mejilla o en la voz quebrada por la emoción.

La enseñanza media inicial hacía también lo suyo aplaudiendo, entregando un ramillete de claveles o rosas y recuerdos para cada uno de nuestros estudiantes que ya iniciaron su partida de las aulas de este señero Instituto San Martín de Curicó.

Las Damas Maristas regalaban también gestos de cariño en la postrer despedida.

Finalmente, el patio de enseñanza media superior volvía a ser el punto de reencuentro con las amistades cultivadas en tantas horas de trabajo, estudio, juegos y –quien sabe- quizás que secretos de juvenil adolescencia.

Al partir se llevaron entre sus manos y en su corazón “un abrazo, un te quiero y una flor…”





Texto y Fotografía:
Prof. Francisco Contreras Robles (Teacher)