Por eso, tomarse unas buenas vacaciones es el remedio más a mano y más eficiente contra el stress (o como se le prefiere llamar ahora: burning out). Si de salir se trata, pues bien manos a la obra. Pero hay algo más que debemos cuidar y que es económico y funciona muy bien: ese algo se llama aprender a crear un lugar de tranquilidad interior.

Es lo que algunos sicólogos llaman inventarse un retiro al cual acceder en cualquier instante del día en que tengamos el tiempo suficiente para descansar. Todas las personas (niños, jóvenes, adultos y viejos) necesitamos tener un lugar tranquilo en nuestra mente, un espacio de quietud (ojalá de silencio) que actúe como una verdadera cámara que descomprima nuestras tensiones y emociones. Un espacio casi etéreo que construido con nuestra galopante fantasía nos entregue alas para liberarnos de todas las presiones externas con las que solemos envolvernos.

Haga volar la imaginación, busque y encuentre un momento o un lugar que le produzca una sensación de agrado, tranquilidad y paz. Tal vez esa imagen está en el campo, en la ribera de un lago o escuchando el rumor de las olas del mar. Tal vez lo encuentre en un rincón de su propia casa como una habitación cómoda y sencilla o en su propio jardín. En fin, eso depende de usted.

Sólo le aseguro que repondrá energías y, ciertamente que, su mente y su cuerpo se lo agradecerán.

Como siempre, lo difícil es decidirse a empezar.




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