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CUATRO MÁRTIRES MARISTAS EN ZAIRE.AÚN SE ESCUCHA SU VOZ
Por
Angel Gutiérrez G.
Publicado:
6 Noviembre 2011
Leido 1145 veces
El lunes, 31 de octubre, celebramos el décimoquinto aniversario del martirio de los Hermanos Maristas Fernando de la Fuente (Chile), Servando Mayor, Miguel Ángel Isla, Julio Rodríguez que “amaron hasta el final” y se quedaron para siempre en el corazón de África Negra.
Fueron asesinados en el campo de refugiados de Nyamirangwe (Zaire).

Cuatro insignes misioneros, cuatro antorchas encendidas que por amor se apagaron el último día del mes de las misiones.
Cuatro mártires de la solidaridad que amaron hasta el final.
Cuatro violetas, siempre vivas, que adornarán el jardín del mundo marista.
Cuatro misioneros, “mensajeros de esperanza para el mundo”.


Han transcurrido quince años y “aún se escucha su voz”.
Es Dios que nos interpela a través de ellos. No nos ha hablado, nos ha gritado. Sus gritos, estimados lectores, eran los de miles de pobres sin pan, sin hogar, sin patria y sin nada y como no los oíamos, ha tendio que gritar más fuerte y su voz se ha teñido de sangre. La sangre nos ha asustado y nos hemos preguntado: ¿qué está pasando? Alguien de nuestra casa, de nuestra familia, alguien a quien queríamos mucho ha decidido dar la vida para que la voz de los sin voz se oyera. Y su voz no se ha apagado.

Sus vidas hasta ese momento fueron susurro que estalló en gritos desesperados por amor, sólo por amor, ¿qué nos han dicho?

Que la fraternidad tiene que ser efectiva. Que siendo hermanos no podemos cruzarnos de brazos y permitir que el otro sufra.

Nos han dicho que el radicalismo del Evangelio hace arder el corazón hasta quemarlo. Que arder así vale la pena.

Que la salvación del mundo y del hombre pasa por dejar seguridades humanas, dar lo que uno es y lo que uno tiene y ponerse confiadamente en manos de Dios. Nos advierten de cutro peligros y nos dicen:

No consumáis como un producto más nuestro don más sagrado. Nuestras vidas, porque la vida y la muerte continúan y el sufrimiento también.

No acalléis vuestra conciencia aireando nuestro martirio y ofreciendo un donativo. Dad vuestra vida, dadla por quién más lo necesite.

Y por último, no tengáis miedo. El miedo es lo contrario del amor. Amad, sólo amad y el dolor se transformará en gozo.

Ojalá que el recuerdo de estos santos mártires maristas nos ayude a vivir como ellos, el mandamiento del AMOR hasta el final.
 

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