Un profundo encuentro
tuvo la comunidad de educadores, administrativos y auxiliares del
Instituto San Martín (ISM) durante la segunda jornada de
Espiritualidad Apostólica Marista.
La actividad de reflexión permitió centrar nuevamente la mirada del
carisma marista en nuestro tiempo apelando a una verdadera y
profunda transformación del espíritu de quienes desarrollan desde el
laicado la tarea de seguidores de Champagnat.
La lectura de los mensajes del reciente XXI Capítulo
General reforzó en los presentes ese llamado a salir hacia una
nueva tierra, que facilite el nacimiento de una nueva época para el
carisma marista. Supone disposición a movernos, a desprendernos, a
asumir un itinerario de conversión tanto personal como institucional
en los próximos ocho años.
La animación directa de nuestra rectora, Marcela
Hormazábal, de Raúl Amaya, CODI y pastoral del ISM motivó a los
presentes para dejar de lado los pensamientos, preocupaciones y
avatares del día a día para compartir en diálogo franco en pequeñas
comunidades. Una verdadera instancia de aproximación y conocimiento
del otro que está a nuestro lado.
La imagen a través de una ventana de la campiña
francesa y que es la vista desde la habitación de Marcelino
Champagnat permitió inquirir de manera personal a través de la
ventana de mi corazón el pensar en el dolor o pena que hemos
sentido; una alegría; un miedo o temor; una meta lograda en este
último tiempo, actividad que llevó a los presentes a reflejar
aquellas facetas de vida íntima que muchas veces merecen salir de
nuestro interior.
Las palabras del Hno. Emili Turú, Superior General,
plasmadas en un documento de lectura indicaban que la conversión
empieza cuando se reconoce que la llamada del Señor va dirigida a
cada uno de nosotros, de manera muy personal, y cuando empezamos a
dar pasos concretos para responder a ella. Luego indicaba: ¿Por
qué vivir a fondo esta dimensión mística de nuestra vida nos está
costando tanto Thomas Merton escribió en su única novela: Si
quieres saber quién soy, no me preguntes donde vivo, o lo que me
gusta comer, o cómo me peino
Pregúntame más bien por lo que vivo y
pregúntame si pienso dedicarme a vivir plenamente aquello para lo
que quiero vivir. A partir de esas dos respuestas puedes determinar
la identidad de una persona.
Una tarea quedó para cada asistente: el único
aprendizaje o la tarea que me llevo a casa es que hay que pagar un
precio; y no hay rebajas, 0 % de descuento. Creer en un camino
místico, en un camino de identificación con Cristo no es automático;
es un camino, y hay que recorrerlo: paso a paso, y etapa a etapa.
Hay que pagar un precio. En este caso, me parece que el precio se
calcula con la moneda tiempo. Pienso que si cada uno calcula el
lugar que ocupa su oración personal, el tiempo que dedica al cultivo
de su interioridad, podrá valorar la importancia que da a la
espiritualidad en su vida.