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Encuentro Diocesano en Talca
Por
Instituto San Martín .
Publicado:
27 Agosto 2009
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Miles de personas asistieron el pasado 15 de Agosto al tradicional encuentro diocesano organizado por la diócesis de Talca, para el día de la Asunción de la Virgen, también, fiesta patronal marista.


Según indicó la profesora Rossana Avendaño, del equipo de pastoral del ISM, la actividad religiosa se realizó en el gimnasio regional y asistieron fieles provenientes de toda la diócesis y fue encabezada por nuestro obispo monseñor Horacio Valenzuela Abarca, acompañado de los sacerdotes y ministros. Este año el lema del encuentro fue “Discípulos misioneros de Jesucristo para que en él tengamos vida”. Nos reunimos para dar un gran signo de alegría y esperanza, señaló Avendaño. En su homilía nuestro pastor destacó “que esta fiesta permite que se nos abran horizontes de vida; caminamos y progresamos hacia el cielo en medio de trabajo, dolores y persecuciones”. Además de cantar, rezamos por las vocaciones y los sacerdotes presentes renovaron su trabajo evangelizador.

El Obispo enfatizó el llamado del Papa, "Para favorecer esta tendencia de los sacerdotes a la perfección espiritual de la que depende sobre todo la eficacia de su ministerio, he decidido que se celebre un especial Año Sacerdotal del 19 de junio de 2009 -Sagrado Corazón de Jesús y Jornada para la santificación sacerdotal- al 11 de junio de 2010”. Este año “se conmemora el 150 aniversario de la muerte del santo cura de Ars, Juan María Vianney, verdadero ejemplo de pastor al servicio del rebaño de Cristo”. Resaltando la imagen del Santo Cura de Ars, sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesonario transformaron el pueblecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura. Es patrono de los párrocos y esta oración fue escrita por él:


  “Te amo, mi Dios,
y mi solo deseo es amarte hasta
el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante sin amarte.
Te amo , Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo
en cada instante, quiero que mi corazón
te lo repita tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh mi Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir
amándote y sabiendo que te amo.
Amén

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