Miles de personas
asistieron el pasado 15 de Agosto al tradicional encuentro diocesano
organizado por la diócesis de Talca, para el día de la Asunción de
la Virgen, también, fiesta patronal marista.
Según indicó la profesora Rossana Avendaño, del equipo de pastoral
del ISM, la actividad religiosa se realizó en el gimnasio regional y
asistieron fieles provenientes de toda la diócesis y fue encabezada
por nuestro obispo monseñor Horacio Valenzuela Abarca, acompañado de
los sacerdotes y ministros. Este año el lema del encuentro fue
Discípulos misioneros de Jesucristo para que en él tengamos vida.
Nos reunimos para dar un gran signo de alegría y
esperanza, señaló Avendaño. En su homilía nuestro pastor destacó
que esta fiesta permite que se nos abran horizontes de vida;
caminamos y progresamos hacia el cielo en medio de trabajo, dolores
y persecuciones. Además de cantar, rezamos por las vocaciones y los
sacerdotes presentes renovaron su trabajo evangelizador.
El Obispo enfatizó el llamado del Papa, "Para favorecer esta
tendencia de los sacerdotes a la perfección espiritual de la que
depende sobre todo la eficacia de su ministerio, he decidido que se
celebre un especial Año Sacerdotal del 19 de junio de 2009 -Sagrado
Corazón de Jesús y Jornada para la santificación sacerdotal- al 11
de junio de 2010.
Este año se conmemora el 150 aniversario de la
muerte del santo cura de Ars, Juan María Vianney, verdadero ejemplo
de pastor al servicio del rebaño de Cristo. Resaltando la imagen
del Santo Cura de Ars, sacerdote diocesano, miembro de la Tercera
Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades
para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus
catequesis y su ministerio en el confesonario transformaron el
pueblecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de
frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura.
Es patrono de los párrocos y esta oración fue escrita por él:
Te amo, mi Dios,
y mi solo deseo es amarte hasta
el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante sin amarte.
Te amo , Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo
en cada instante, quiero que mi corazón
te lo repita tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh mi Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir
amándote y sabiendo que te amo.
Amén