Continuando el tema
"COMO HABLAR DE DIOS A LOS HIJOS", les invito a leer atentamente lo
que nos dicen Vicente y Mercedes, padres de Javiera (seis años),
Paulina (once años) y Maribel (13 años).
Dios no es un tema habitual en nuestras conversaciones familiares,
pero aparece cuando algo lo suscita como, por ejemplo, una
celebración religiosa, alguna actividad relacionada con el grupo de
oración al que pertenecemos, noticias que dan los medios de
comunicación, etc.
A veces, la más pequeña hace alguna pregunta, aparentemente
inocente, que abordamos entre todos. Otras veces es la mayor, que
viene a escondidas para que se le aclaren dudas porque está en la
edad del por qué de las cosas.
La muerte de algún familiar o conocido suele ser un buen momento
para tener un diálogo en el que Dios tiene algo que decir sobre el
tema.
En la adolescencia, las cuestiones que les interesan a nuestros
hijos son aquellas relacionadas directamente con su vida: las
amistades, el autoconocimiento
y algunas experiencias de compromiso
social.
Esto es una buena base para que desarrollen y vivan una fe más
personalizada y comunitaria.
A nosotros nos ha dado resultado traer a su atención relatos de la
Biblia que les resultan novedosos y que, a veces, son la clave para
entender obras de arte o películas que han visto.
También observamos que les interesa más la
predicación de Jesús que su divinidad. Nuestra hija ha llegado a
decirnos que tiene la impresión de que Dios es una excusa para
explicar lo que no entendemos. A ella le interesa más
Jesucristo. Lo que nosotros queremos transmitir a nuestros hijos
sobre Dios es que la fe es una opción personal que nace de la
propuesta de Jesús de Nazaret,
La opción de fe se va haciendo con una actitud de búsqueda
continua y en complicidad con otras personas con las que
formamos una comunidad viva, unida en lo fundamental y diversa
en los demás,
La fe nos compromete en la construcción de un mundo más justo
y más humano donde todas las personas, razas y culturas tengamos
cabida.
Creemos que la actitud de los padres es fundamental para los
adolescentes. Con frecuencia ellos ponen en cuestión nuestras
actitudes. A veces es posible dialogar con calma sobre
cuestiones religiosas; otras, no.
El testimonio de continuidad de los padres (mejor o peor,
seguimos con nuestros compromisos de fe) puede ayudar a nuestros
hijos a apreciar el don y valor de la fe. El hecho de que
nuestros hijos, apoyados por la familia, participen en
catequesis, en la preparación y celebración de la Pascua, en
grupos juveniles como scouts, marcha, gama
les ayuda a vivir y
profundizar su experiencia de fe.