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Jesucristo no ha perdido atractivo entre los jóvenes
Por
Instituto San Martín .
Publicado:
26 Mayo 2009
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Continuando el tema "COMO HABLAR DE DIOS A LOS HIJOS", les invito a leer atentamente lo que nos dicen Vicente y Mercedes, padres de Javiera (seis años), Paulina (once años) y Maribel (13 años).


Dios no es un tema habitual en nuestras conversaciones familiares, pero aparece cuando algo lo suscita como, por ejemplo, una celebración religiosa, alguna actividad relacionada con el grupo de oración al que pertenecemos, noticias que dan los medios de comunicación, etc.

A veces, la más pequeña hace alguna pregunta, aparentemente inocente, que abordamos entre todos. Otras veces es la mayor, que viene a escondidas para que se le aclaren dudas porque está en la edad del por qué de las cosas.

La muerte de algún familiar o conocido suele ser un buen momento para tener un diálogo en el que Dios tiene algo que decir sobre el tema.

En la adolescencia, las cuestiones que les interesan a nuestros hijos son aquellas relacionadas directamente con su vida: las amistades, el autoconocimiento… y algunas experiencias de compromiso social.

Esto es una buena base para que desarrollen y vivan una fe más personalizada y comunitaria.

A nosotros nos ha dado resultado traer a su atención relatos de la Biblia que les resultan novedosos y que, a veces, son la clave para entender obras de arte o películas que han visto. También observamos que les interesa más la predicación de Jesús que su divinidad. Nuestra hija ha llegado a decirnos que tiene la impresión de que Dios es una excusa para explicar lo que no entendemos. A ella le interesa más Jesucristo. Lo que nosotros queremos transmitir a nuestros hijos sobre Dios es que la fe es una opción personal que nace de la propuesta de Jesús de Nazaret,

• La opción de fe se va haciendo con una actitud de búsqueda continua y en complicidad con otras personas con las que formamos una comunidad viva, unida en lo fundamental y diversa en los demás,
• La fe nos compromete en la construcción de un mundo más justo y más humano donde todas las personas, razas y culturas tengamos cabida.

Creemos que la actitud de los padres es fundamental para los adolescentes. Con frecuencia ellos ponen en cuestión nuestras actitudes. A veces es posible dialogar con calma sobre cuestiones religiosas; otras, no.

El testimonio de continuidad de los padres (mejor o peor, seguimos con nuestros compromisos de fe) puede ayudar a nuestros hijos a apreciar el don y valor de la fe. El hecho de que nuestros hijos, apoyados por la familia, participen en catequesis, en la preparación y celebración de la Pascua, en grupos juveniles como scouts, marcha, gama… les ayuda a vivir y profundizar su experiencia de fe.

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