El viernes 18 de diciembre, en muchos lugares del universo católico
se celebró la fiesta de la Virgen de la Esperanza o la Virgen de la
O. Cerca de la Navidad pienso en Ella y viene a mi mente esta frase:
"El Señor está cerca... y la Virgen de la Esperanza tiene todos los
preparativos para recibirle". ¿Brilla, nuestra esperanza como la
suya para recibir al Niño de Belén?.
¡El Señor está cerca! ¡Ven, Señor y no tardes!, suplica
incesantemente la Iglesia.
Estos días de espera navideña nos invitan a examinar cuál es el tono
de esperanza que mantenemos los cristianos. ¿Es viva, dinámica,
comprometida nuestra esperanza ¿Se nota y se transmite en nuestra
vida diaria ¿Hablamos entre nosotros del nacimiento del Señor
¿Cómo nos preparamos para acogerlo
Esperar no es solamente aguardar, es esencialmente caminar hacia el
encuentro con el Señor, escribiendo, cada día, una página de deseos
ardientes en nuestra historia personal.
Esperar es estar seguros de que Jesús viene y por eso debo caminar
hacia EL con alegría. Instalarse y acomodarse en el tiempo es pecar
contra la esperanza. Porque esta virtud es dinámica y exige
desplazamientos.
En la primera Navidad de la historia todos se mueven y desplazan.
María y José caminan de Nazaret a Belén, los pastores abandonan sus
rebaños y corren hacia el Portal, los Magos, siguiendo la luz de la
estrella, emprenden el viaje a Jerusalén. De alguna manera todos
abandonan su situación, su antigua forma de ser para ir hacia otra
parte.
La Virgen fue mujer de gran Esperanza. Que Ella nos haga hombres y
mujeres de Esperanza, caminando sin fatiga, puesta la mirada en el
horizonte, donde nos espera el Dios de la Esperanza.
La esperanza, estimados amigos, es una fuerza
renovadora que nos hace vivir en estado de vigilia, en actitud de
oración y en la práctica de la caridad, poniendo nuestros
talentos al servicio de los demás. Para prepararnos mejor a la
fiesta de Navidad ¿Qué desplazamientos estamos dispuestos a
realizar. La esperanza debe mantenernos atentos, desprendidos,
disponibles, como si sólo con esas actitudes fuese posible llegar a
gozar de la luz de Dios.
Hoy felicitemos a la Virgen de la Esperanza y supliquémosle, desde
el fondo del corazón: Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo
de nuestra espera.
Esperanza, virtud de caminantes. Ella mantiene en pie el corazón de
los cristianos. Se sigue caminando mientras hay Esperanza y cuando a
un hombre le dominó el cansancio, es porque se le acabó la
Esperanza.