Mi reflexión de hoy
va dirigida, especialmente a los padres de familia, primeros
educadores de sus hijos.
No es lo mismo oír que escuchar. Y tampoco es lo mismo echar
sermones o dictar sentencias que ponerte en lugar de tu hijo y
captar cómo se siente.
La comunicación se produce en cada momento del día, aunque
no seamos consecuentes; pero tiene que haber un tiempo singular en
que el hijo exprese los sucesos y los sentimientos, y los padres no
sólo los conozcan sino que los entiendan y los hagan suyos.
Es un acto que exige tiempo y dedicación exclusiva; cuando el niño
es pequeño, no vemos la televisión o repasamos las cuentas del banco
mientras le bañamos. Pues aún más exclusiva es la dedicación a
comunicarse cada día.
No se trata de enterarnos simplemente de en qué ha ocupado el día
en el colegio. Tenemos que profundizar en cuáles son sus emociones,
sus sentimientos, qué le produce satisfacción y qué le preocupa.
Cada hijo es un mundo y está construyendo su
mundo; la escucha tiene que ser individual; y también las
actuaciones, los consejos, la relación con sus tutores.
Sin dogmatismos, pero también sin complejos, tenemos que
acabar estableciendo criterios y normas después de haberles
escuchado. No hay peor ayuda a un niño que colocarle en un mundo
de nieblas y que carezca de referencias.
En esto, como en todo, el ejemplo es la mejor
herramienta. Si los padres se comunican entre ellos con
franqueza y confianza, sus hijos tendrán con ellos franqueza y
confianza.
Conocer a los hijos es la tarea más fascinante y difícil que
los padres deben acometer. Las pautas que, desde su nacimiento
les marque el entorno familiar serán definitivas en su
desarrollo y en la interiorización de los valores que regirán
sus vidas.
Ser padre o madre no es cosa fácil. Los hijos no vienen al
mundo con libro de instrucciones. Tampoco hay recetas mágicas
que indiquen las pautas que seguir o cómo han de resolverse
determinados problemas y conflictos.
Ejercer la función de padres, con unas mínimas garantías de
éxito, exige mucha atención y, sobre todo, mucha dedicación.
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