Una interesante
charla ofreció la destacada educadora y filósofa Carolina Dell´Oro
en el marco de la reunión mensual de junio de los apoderados del
ciclo de enseñanza media inicial. La experta profesional se refirió
al tema de la "Autoridad y límites en la educación de nuestros
hijos" bajo la pregunta de ¿cómo educar a la persona sin perder la
originalidad de lo que cada uno es?
Para la filósofa y consultora educacional, la persona humana
es como un trozo de mármol, en cuyo interior radica una figura
única, tal como el mármol que tuvo en sus manos Miguel Ángel y que
transformó en el Moisés.
Manifestó de manera enfática que los padres deben
recuperar su autoridad frente a los hijos. Esa autoridad no es
mandar, ni gritar; sino que es ayudarles a conducir su camino. La
actitud del progenitor es pasar del mando al consejo. Abandonar el
ser tan amigo de mis hijos (porque amigos hay muchos) y
transformarse en un padre y guía cercano (el cual es único y
distintivo). Se trata de recuperar el rol de la autoridad paterna y
materna que sabe qué siente y sepa qué le está ocurriendo a su hijo
e hija. Este rol de padres es vital en la etapa de la adolescencia,
fase de la vida de los jóvenes que es similar a un segundo
nacimiento: aquí hay un nuevo ser que nace por dentro y este mundo
interior requiere como nunca de autoridad y compañía de los
progenitores. Una manera de lograr esto es conceptuar adecuadamente
la idea de la autoestima de los jóvenes, pero nótese que no una
autoestima que lleve a decir eres tan linda; es expresarle a la
persona es tan maravilloso que existas porque con el tiempo
perderá la belleza, sus riquezas pero nunca ese tesoro interior que
hace crecer de verdad.
Carolina Dell´Oro señaló que los hijos deben crecer
con límites claros y consistentes. De esta forma los padres se
transforman en las barandas de sus hijos en el cruce de un verdadero
puente colgante que se cimbra y mueve al vaivén de las vicisitudes
de la vida de cada adolescente. Conversando y dando razones; pero no
llegando a consensos porque si los padres ceden, los hijos
finalmente se dan cuenta que sus padres no son barandas de
contención, de apoyo y firmeza en este cruce vital de la existencia
humana.
Palabras claves que todo padre debiera considerar
son, por ejemplo: establecer horarios; motivar la reflexión profunda
y análisis de situaciones reales; enseñarles a pensar; adquisición
de hábitos morales; tolerancia; capacidad para superar obstáculos
(aprender a caer y volver a levantarse); ayudarles a salir de una
personalidad ombligo céntrico (ayudarles a salir de sí mismos y
proyectarse hacia los demás). La personalidad de nuestro hijo (a)
tiene tres focos principales en los cuales se desarrolla: en un
vértice, la intimidad. En otro, la libertad de esa persona. Pero en
el punto medio ha de estar siempre el diálogo y el encuentro con ese
hijo (a) adolescente.